Alejandro Parada González

La serena protesta del cantor de tangos

Alejandro era casado y sería padre de una niña, fruto de su matrimonio con Angélica Muñoz. Comenzó a participar en la Juventud Socialista luego de ingresar a la carrera de Medicina Veterinaria en la Universidad de Chile, en la que resultó electo como representante de los alumnos ante el Consejo Normativo Superior de su Facultad.

Raúl Díaz, que en 1972 ocupaba la misma representación estudiantil –en su caso como dirigente de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile– recuerda que pronto los núcleos JS de veterinaria eligieron como su coordinador a Alejandro, dando paso a integrarse en la conducción de la Brigada Universitaria Socialista, dirigida entonces por Mario “Pájaro” Sepúlveda, de psicología.

Alejandro Parada González.

En esa época, los jóvenes socialistas también militaban territorialmente, y desde su lugar de estudios, Alejandro comenzó a participar en la Tercera Comuna de Santiago, donde conoció y trabajó con gente como Víctor Zerega, Juan Fierro, Juan Carvajal, Ariel Mancilla y Juan “Monito” Hernández, entre otros. Díaz recuerda que en ese sector se daba “uno de los trabajos más activos de la JS. Era todo un movimiento muy místico y entretenido, porque además allí militaban los cabros de la Escuela de Música, que eran muy especiales, muy artistas y bohemios”.

Según Juan Fierro, quien era alumno de la Brigada Secundaria de la JS y conoció a Alejandro precisamente en la Tercera Comuna, recuerda que “Jano tenía un sentido del humor muy negro, muy mordaz, desdeñaba un poco las largas discusiones teóricas, era más bien pragmático. No tenía mayor interés en ocupar cargos en la JS, estaba mucho más interesado en terminar pronto su carrera. Pero sobre todo, era como un referente positivo, un tipo solidario, comprometido, muy activo en la acción. Lo recuerdo en todos esos momentos conflictivos: el paro de los camioneros, las tareas de distribución de mercaderías, las guardias nocturnas en los locales partidarios, en las empresas públicas. En fin”.

Durante todo el período de la Unidad Popular, el Regional Centro del PS fue uno de los sectores más críticos para la conducción del proceso y aquellas posiciones se expresaban principalmente a través del periódico La Aurora de Chile. Por ello,  la JS se propuso conformar una Dirección Regional Santiago  para intentar incidir de alguna manera en la conducción regional del partido. A petición de Ariel Mancilla, se armó una dirección regional juvenil que integraron 4 personas: Juan Recabarren, el “Pelao” Manríquez, Raúl Díaz y Alejandro Parada, quien participó activamente en el debate de posiciones con el regional adulto.

Por esos mismos días, Alejandro se integró al trabajo del equipo de comunicaciones del PS, dirigido por “Toño”, que mantenía una comunicación fluida desde y hacia los regionales de todo el país.

Luego del golpe siguió conectado al trabajo partidario pero fuera del ámbito universitario. Alejandro no fue expulsado de la universidad, aunque se desvinculó totalmente de lo que quedaba del frente estudiantil. Raúl Díaz recuerda haberse encontrado con él meses después del golpe: “Me impresionó verlo sin barba y con el pelo cortado casi al ras, porque si algo lo caracterizaba era su cabellera y su frondosa barba medio hippie que tenía”. Sin entrar en mayores detalles, Parada le comentó a Díaz de su total desvinculación del trabajo estudiantil, sin embargo, le dio a entender que estaba activo «en otras tareas partidarias».

Alejandro Parada González fue detenido en la madrugada del 30 de julio de 1974, mientras dormía junto a su mujer, en medio de un enorme operativo de la DINA en el que participaron cerca de 30 agentes. Ambos vivían en el pasaje La Serena, en una casa de seguridad en el sector de Avenida Mirador de Cerrillos, en ese entonces parte de la comuna de Maipú, donde la joven pareja coordinó labores de contacto y entrega de materiales a dirigentes del PS en la clandestinidad.

Eran las 03:30 horas en la madrugada cuando el matrimonio fue despertado por violentos golpes en la puerta. Al abrir, Angélica fue encañonada y de inmediato ingresaron los agentes, portando diferentes tipos de armas de fuego, sin identificarse y preguntando por armas. Alejandro fue sacado a la calle, semidesnudo, mientras que a su mujer –que ya tenía siete meses y medio de embarazo– la mantuvieron al interior de la vivienda que allanaban, destruyendolo todo. Al rato, sin haber encontrado nada, entraron al afectado, que exhibía una rodilla destrozada y sangrante. Y siguieron con un interrogatorio a ambos.

Mientras esto ocurría, vecinos del pasaje habían despertado y observaban los sucesos con estupor. Antes que los agentes ingresaran a la casa de Alejandro, su vecino Héctor Maturana Rivera, quien constató el despliegue de sujetos armados, brincó una pandereta de su casa para avisar a carabineros, creyendo que se trataba de un asalto. Fue detenido a balazos. Pero lo mismo pensó el capitán de carabineros, Mario Castillo, que se encontraba alojando en la casa de su madre frente a la vivienda recién allanada. El oficial llegó hasta la Tenencia de Carabineros Vista Alegre, ubicada a pocas cuadras, regresando luego con otros uniformados. Ante el policía, los civiles se identificaron como pertenecientes a la DINA, luego carabineros se retiró. Previo a eso, el capitán Castillo intervino para que liberaran al vecino de buena voluntad.

Uno de los civiles que participó en el operativo fue identificado por los vecinos como Eduardo Correa Castro, un funcionario de la importadora automotriz DIVEMA. Esta identificación fue confirmada por el capitán Castillo, quien dijo conocerlo a él y su hermano, también funcionario de la firma. Lo sucedido quedó constatado en un parte en la Tenencia, el que fue dictado al suboficial de guardia por el propio jefe policial.

Los agentes se llevaron a Alejandro detenido y lo subieron en un furgón color gris que estaba estacionado en la esquina del pasaje. Se llevaron una gran cantidad de cosméticos que vendía la víctima, material que –según dijeron los descarados captores– debería ser analizado. La esposa del vecino Maturana, Joaquina Trujillo Rojas, permaneció acompañando a la cónyuge.

Alejandro fue conducido al recinto que la DINA mantenía en Londres 38, en Santiago, lugar en el que –como se indicó– fue visto por Mario Aguilera.  El periodista recuerda que en esa ocasión los guardias los autorizaron para cantar “en las propias barbas de los guardias, Parada entonó el tango Cambalache, que en aquellas condiciones tomaba el carácter de una canción de protesta”.

Aguilera lo recuerda como “un joven sincero y alegre que solía entonar tangos y contar historias para alegrar, en lo posible, la dura vida de los detenidos”.

A mediados de agosto fue conducido, con otros detenidos, al centro de Cuatro Álamos. Fue ubicado en la celda N° 13, en la que también estaba detenido Juan Ramírez, quien lo recuerda contando chistes en una “fiesta” organizada por los presos para el 18 de septiembre de ese año. Cuenta también que Parada acostumbraba a dictar charlas, una de las actividades que realizaban los presos para ocupar el tiempo.

Según Luz Arce, “un Alejandro, a quien llamaban Jano, había caído por una lista de una ayudista del PS llamada María Teresa, detenida en julio de 1974. Es muy posible que se trate del afectado dada su militancia socialista y que era conocido como Jano o Cano”.

Una semana después de que Alejandro fue detenido, su esposa, Angélica Muñoz, recibió una carta de su compañero, a través de un agente que se apiadó de su situación. En la misiva, Alejandro manifiesta su amor a su mujer, al tiempo que intenta tranquilizar  los suyos respecto de su situación en manos de la DINA. La carta, que tiene algunas líneas ilegibles, dice así:

QUERIDA NEGRITA

(…) Eso le hace mal, y aunque echándote mucho de menos acá dentro. También me he dado cuenta de muchas cosas que luego te contaré, pero lo más importante no es nuevo, perdón, lo más importante que he descubierto es que te quiero y que te extraño mucho, más de lo que podría haberme imaginado alguna vez.

Cuídate y cuida a la guagua. Yo lamento mucho causarles esta preocupación a todos ustedes, que se han preocupado de mí. Yo espero que sea una linda niña, una digna descendiente de su madre. Yo poco he podido saber de ti, pero confío en que tendrás valor para soportar esta prueba.

Mi estado es bueno y mi única preocupación eres tú…

Aún no está claro el futuro que tendré, pero espero estar pronto a tu lado y al de la familia entera. Ojalá que mi papá no esté muy preocupado, ya que a él no le hace bien tampoco.

Cuando esté más clara esta cosa, te pediré que me mandes algunas cosas (estoy más oloroso que el baño de La Vega).

Frío no he pasado. Lo más pesado es la soledad en que estoy, el no estar junto a ustedes. Soñé un día contigo y con la guagua y era una linda niña, igualita a su madre. Ojalá los familiares te acompañen y te ayuden a soportar esta soledad a la que no estamos acostumbrados.

Si supieras lo que he aprendido en estos días que me han parecido años. Esta carta es un desorden debido a la escasa luz que tenemos.

Si puedes, anda a la fábrica a la calle Lastarria a ver si te pueden pagar algo de lo que me deben de este mes. Es una lástima, pero parece que perdí las esperanzas de ganarme el premio por la venta más grande del mes, por esta forzosa ausencia. Total, para otro mes será.

Saluda a mi papi y a mi mami, y a todos en general, y no te preocupes mucho que te puede afectar la salud. No te olvides de tomar todos tus remedios a la hora. Ahora te escribo con un poco más de luz, para reafirmar lo antes dicho, mi cariño creciente.

Trata de informar en la firma que hay posibilidades de ventas grandes en:

1) Ferretería Polar de calle Macul (palas).

2) Anas. Agustinas con Tenderini, con don Eleodoro (mangueras).

3) Con el señor del 372409, él quiere como mil postes y 30º varas.

4) En la azufrera “Rolando” (Agustinas 1028, oficina 806, con señora María). El precio es de E° 11, 800 por kilo puesto en la planta del cruce de Cartagena.

Mi salud está bien, pese a algunos dolores de estómago, porque no le conocía la mano al cocinero, pero ya lo estoy superando.

¿Qué es de la Citroneta? ¿Se la llevó mi papá o aún está allí? Habrás adelantado algo en lo de la niña, ojalá que sea así ya que tendría una preocupación menos. Debes tratar de ahorrar a fin de tener para la fianza de la cínica por su hubiera adelanto.

Añoro con deleite todos los momentos pasados en tu compañía y con los amigos que también  aparecían a veces. Ojalá esta situación se aclare luego, yo hago todo lo posible por adelantar rápido a fin de estar lo antes posible a tu lado. No te digo en donde estoy porque no es muy claro, pero en todo caso me tratan bien, también hay gente amable por estos lados.

Cuídate mucho ya que mi vida no tiene objeto sin tu compañía y la compañía de ese ser que, a pesar de estar “dentro” de ti, yo siento como independiente y querido con un cariño extraño, que no conocía y supongo (estoy seguro) es el cariño del padre por aquel (ella). Trataremos de ir perfeccionando nuestros errores, a fin de hacer un resumen de nuestro amor de forma concreta y bien hecha.

Es curioso, fíjate que esta es la primera carta que te escribo desde que nos conocimos (me parece que es toda la vida). Trataré de terminar esta hoja, a pesar mío, ya que no creo conveniente aprovechar la gentileza de quienes me cuidan más de una sola vez, espero tener noticias tuyas (ojalá muy buenas) lo más pronto posible, y apenas se presente la oportunidad, trataré de contarte más cosas de las muchas que te tengo que contar.

Creo haber madurado mucho en estos días y estar en condiciones de vivir nuestro matrimonio con más plenitud que antes, cuando estemos juntos nuevamente.

Te besa con amor (a ti y a la baby)

Tu esposo Cano.

Pese a las esperanzas manifestadas en esta carta, nunca más se volvieron a tener noticias suyas y su rastro se perdió para siempre.

Su padre se entrevistó con el Subsecretario de Interior, el comandante Arturo Aranda Salazar, el que a su vez se comunicó con el capitán Mario Castillo, quien le corroboró que uno de los participantes en la detención del afectado había sido Eduardo Correa Castro. Lo autorizó para visitar a Correa y solicitar las razones del arresto de su hijo. El sujeto se violentó por esta petición y el padre del joven se quebró y lloró, ante lo cual le manifestó que su hijo estaba bien y que lo había visto. Por último, le manifestó que daría cuenta a su superior para que éste se comunicara con el subsecretario. Después de unos días, Aranda le comunicó que no podía ayudarlo.

El padre logró también que un amigo, médico de la FACH y a su vez amigo del director de la DINA, Manuel Contreras Sepúlveda, hiciera gestiones para saber de su hijo. Sin embargo, Contreras se negó a dar información y advirtió al doctor que no siguiera averiguando. Por último, se entrevistó con el general Humberto Gordon Rubio, que fue después director de la CNI, el que se limitó a escucharlo, para luego aconsejarle que mejor creyera que su hijo estaba muerto en la guerra y no sufriera más tratando de encontrarlo, que se quedara tranquilo, porque todavía le quedaban cinco hijos.

En forma oficial, las autoridades negaron sistemáticamente la detención. El 8 de agosto de 1974 se interpuso un recurso de amparo en su favor ante la Corte de Apelaciones de Santiago, Rol N° 890–7 74. Los jueces oficiaron a los Ministerios del Interior y de Defensa. La Secretaría de Interior contestó después de un mes, el 20 de septiembre de 1974, que Parada no se encontraba detenido por orden de alguna autoridad administrativa y que se desconocían antecedentes de su paradero. El titular de Defensa, recién el 21 de noviembre de ese año, después de haberle reiterado en 5 oportunidades la consulta, contestó que no registraba datos de Parada. El 27 de noviembre de 1974, la Corte rechazó el amparo y unos pocos días después, el 2 de diciembre, la Corte Suprema confirmó el fallo.

El 8 de septiembre de 1978, la esposa de Parada interpuso una querella ante el Séptimo Juzgado del Crimen de Santiago, Rol N° 81.619–6, por los delitos de secuestro calificado, incomunicación prolongada, detención arbitraria en lugar no contemplado por las leyes, y por violación de domicilio y robo con violencia, en contra de Luis Eduardo Correa Castro y quienes resultaren responsables.

El ministro del Interior, Sergio Fernández Fernández, informó que el conjunto de las detenciones practicadas en esos años fueron debidamente registradas en kárdex especiales de la Secretaría de Estado y que en ellos no había constancia de haberse dictado alguna orden en contra de la víctima.

Se practicó un peritaje a la carta enviada por Parada a su esposa, que dio como resultado que el manuscrito pertenecía al afectado. Eduardo Correa, por su lado, negó su participación en la detención.

El 15 de mayo de 1979, la investigación pasó a ser instruida por al ministro en visita, Servando Jordán, nominado por la Corte de Apelaciones de Santiago para conocer las causas por desaparición de detenidos por los servicios de seguridad.

El padre de Alejandro dio cuenta de las diligencias realizadas para encontrar a su hijo y las diferentes respuestas que recibió, particularmente su conversación con el comandante Aranda y Eduardo Correa. Este volvió a declarar, negando nuevamente toda participación en los hechos, y negando haber conversado con el padre del afectado.

También declaró el capitán de Carabineros, Mario Castillo, quien corroboró lo ocurrido y haber requerido la identificación de los aprehensores, reconociendo haber dictado el parte en la Tenencia de Vista Alegre. Sin embargo, enfrentado en careo a Correa, el oficial se retractó de sus dichos y manifestó que tal vez se había equivocado, que estaba muy oscuro y no podía reconocer a la persona que vio esa noche. Cuando lo carearon con la cónyuge de Parada, también volvió a retractarse: dijo que no le constaba que Parada hubiese sido detenido. Por otro lado, los Carabineros que pertenecían a la Tenencia de Vista Alegre en la fecha de la detención, declararon que no recordaban el operativo de ese día.

Frente a la evidencia que en la detención de Parada había participado personal militar, Jordán se declaró el incompetente y pasó la causa a la justicia castrense, que no agregó ningún nuevo antecedente. El 15 de diciembre de 1987, la Corte Marcial resolvió dictar sobreseimiento definitivo, por aplicación del Decreto Ley de Amnistía N° 2191 de 1978.

Al momento de su secuestro, Alejandro Parada González tenía 22 años de edad.

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