Arnoldo Camú Veloso

El Comandante “Agustín”

El primer golpe de envergadura a la reconstrucción clandestina del PS ocurrió a escasos días del golpe de Estado, el lunes 24 de septiembre de 1973. En la calle Santiaguillo, y como consecuencia de una delación, fue detenido y asesinado a mansalva Arnoldo Camú Veloso, integrante del Comité Central y de la Comisión Política, miembro del directorio del vespertino socialista “Noticias de Última Hora”, y uno de los asesores jurídicos de la Presidencia de la República.

El 11 de septiembre, en el marco de sus responsabilidades como jefe del Aparato Militar del PS, formó parte del grupo de militantes de izquierda que resistió el golpe en las inmediaciones de la Población La Legua y de las industrias Sumar e Indumet. Una vez concluidos esos combates, tomó la decisión de sumergirse en la clandestinidad y mantenerse en el país, trabajando en la reestructuración de la fuerza partidaria.

Arnaldo Camú Veloso.

Camú además había sido uno de los principales formadores de los “elenos”, una organización clandestina que se formó a mediados de los años 60 como “sección chilena” del Ejército de Liberación Nacional (ELN), fundado por el comandante Ernesto Che Guevara con el objeto de desarrollar la lucha guerrillera en Bolivia con bases de apoyo en los países limítrofes, como Perú, Chile y Argentina. 

Camú era el mayor de tres hermanos y nació en Santiago, en 1937. Ex alumno de los Liceos Amunátegui y Manuel de Salas, se incorporó a la Federación Juvenil Socialista mientras estudiaba Derecho en las aulas de la Universidad de Chile. En 1960 viajó a Cuba a conocer el proceso revolucionario que estaba viviendo la Isla. Cinco años después integró una delegación de estudiantes al Congreso de Estudiantes por la Paz, que se iba a desarrollar en África. Durante la travesía, cayó asesinado Lumumba y debieron plantearse un nuevo itinerario, realizando una gira por países socialistas. Allí, sus convicciones se fortalecieron. 

Tras recibirse, trabajó en el estudio jurídico que asesoraba a la Confederación de Trabajadores del Cobre, a los Empleados Bancarios y diversos sindicatos, como los de la Compañía de Aceros del Pacífico, Mademsa, Madeco, y los trabajadores del cuero y calzado, los panificadores, textiles y músicos de orquesta, entre otros gremios. 

Mientras capacitaba a dirigentes sindicales, desarrolló sus condiciones docentes y formativas en el seno de las organizaciones de trabajadores. Se había titulado con la tesis “Estudio crítico de la huelga en Chile”. El trabajo fue publicado en 1964 por la Editorial Jurídica de Chile.

Inquieto y creativo, organizaba encuentros y campeonatos deportivos. Sus inquietudes intelectuales preferidas eran por la historia y la literatura. Amaba la vida al aire libre y destacaba con la práctica de distintos deportes.  Gozaba con la música, en especial de la clásica, los tangos y las milongas, pero aún más de una charla hasta tarde con sus amigos.

En 1961 se había casado con la enfermera Celsa Parrau Tejos, su eterna novia de los años de liceanos y también socialista. Juntos amaron, crecieron, soñaron y tuvieron dos hijos, Andrea y Álvaro. La familia lo recuerda como un padre, un hijo, un esposo y un hermano ejemplar, que se daba tiempo para la familia. 

Con el propósito de construir la sección chilena del ELN, Guevara envió a Chile a Jaime Barrios Meza. Era un economista que, después de ser expulsado del PC, viajó a La Habana y trabajó con el guerrillero en el Banco Central de Cuba. En la única colectividad de la izquierda chilena que encontró acogida fue en el PS, a través del periodista Elmo Catalán Avilés, quien había sido jefe de prensa de la campaña presidencial de Salvador Allende en 1964, la cual provocó el efecto de un enorme escepticismo en la “vía electoral” en un sector del progresismo, toda vez que el candidato popular fue derrotado a raíz de una implacable “campaña del terror”, monitoreada y financiada por la CIA.

Catalán era por entonces periodista de “Noticias de Última Hora” y relacionador público de los sindicatos del cobre. Fue el asesor de los mineros de El Salvador en una huelga que terminó, el 11 de marzo de 1966, con 14 obreros asesinados. Tras el episodio, Catalán viajó a Cuba y a su regreso dio forma al ELN. Entre sus primeros convocados se encontraba su amigo Arnoldo Camú, su compañero en las filas del PS y el trabajo sindical, y Jaime Sotelo Ojeda, uno de los dirigentes del yacimiento de El Salvador, que fue detenido luego del movimiento.

El reclutamiento de militantes “elenos” se extendió a la Brigada Universitaria Socialista (BUS), específicamente de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, incorporándose Beatriz Allende Bussi, Eduardo Paredes Barrientos y Domingo Blanco Tarrés. Carlos Lorca, de una generación posterior, también se sintió seducido por la convocatoria.

El grupo contribuyó a rescatar al grupo de cubanos sobrevivientes que lograron cruzar a Chile luego de la muerte de Guevara y que fueron acompañados a Tahití por el presidente del Senado, Salvador Allende. Después, brindaron apoyo a Inti Peredo Leigue, a cargo de la reorganización del ELN en Bolivia. Construyeron redes fronterizas e Inti ingresó clandestinamente a Chile. Al regresar a Bolivia lo acompañaron algunos “elenos”, entre ellos Elmo Catalán, quien más tarde fue asesinado en Cochabamba. Inti Peredo también cayó.

A la altura de 1969, el ELN se fusionó con otro destacamento político–militar clandestino que existía en el PS, denominado “La Organa”. La fusión conservó el nombre de “Ejército de Liberación Nacional”. Ese año y el siguiente, desarrolló escuelas de instrucción paramilitar y guerrilleras, de las cuales dos son detectadas: en Guayacán, en las inmediaciones de Santiago, y Chaihuin, al sur de Valdivia. En esta última ocasión, desaparece el joven socialista Quico Barraza.

La derrota de la experiencia guerrillera boliviana, unida al triunfo electoral de Allende, provocaron que la conducción de los “elenos” resolviera hacer suya la “vía chilena al socialismo”,  con la decisión de asumir la tarea de defender el proceso. Su primer esfuerzo en este sentido fue la creación del Dispositivo de Seguridad Presidencial, conocido como Grupo de Amigos Personales (GAP).

En enero de 1971, en el XXIII Congreso General realizado en La Serena, el ELN fue abrumadora mayoría, enarbolando la defensa del “proyecto allendista”, en pugna con los sectores más radicales, particularmente de origen trotskista, y con los moderados, alineados con Aniceto Rodríguez. Sus dirigentes son electos a las principales instancias de la organización y optan por un nombre de consenso para la secretaría general: el abogado Carlos Altamirano Orrego. Los “elenos” decidieron entonces su disolución total en la estructura partidaria.

En el Congreso, los elenos aprobaron además un voto político de homenaje al ELN de Bolivia:

El triunfo alcanzado por las fuerzas revolucionarias en Chile, con la victoria electoral primero y el establecimiento del Gobierno Popular luego, constituye un poderoso paso adelante en la lucha continental y mundial contra el imperialismo y las oligarquías de los países dependientes.

Esta victoria no pertenece sólo a los que batallaron en los límites de nuestras fronteras con valor y esfuerzo, sino que también a todos aquellos que en cualquier rincón del continente se alzaron rebeldes en contra del imperialismo norteamericano y los ejércitos títeres. Cientos de hombres y mujeres regaron con su sangre las calles y los montes de este continente, jalonando con sus vidas el largo y sacrificado camino de los pueblos en pos de su definitiva independencia. Ernesto Che Guevara constituye, indudablemente, el ejemplo más enaltecedor del revolucionario que comprende que su patria está donde sea que exista explotación, y que por esa patria vale la pena luchar y morir.

En estos momentos en que el socialismo chileno se encuentra alegre y vigilante ante las victorias alcanzadas, no podemos dejar de hacer alto para rendir un cálido y público homenaje a los revolucionarios que, convencidos que la “Patria es América”, siguieron el camino abierto por el Comandante Inmortal.

Por los compañeros chilenos:

Elmo Catalán Avilés (Ricardo).

Tirso Montiel Martínez (Pablo).

Juan de la Cruz Olivares Romero (Cristián).

Calixto Pacheco González (Rogelio).

Guillermo Veliz González (Gastón).

Julio Zamorano Acuña (Manuel).

Hernán Ampuero Ferrada (Poporopo).

José Miguel Celis González (Alberto).

combatientes del ELN de Bolivia.

Otra importante decisión fue adoptada en el Congreso de La Serena, que no fue informada a la opinión pública. Se constituyó una estructura militar, en base a tres componentes:

  • P4: El Dispositivo de Seguridad Presidencial.
  • P5: El Sistema de Contrainteligencia.
  • P6: El Aparato Armado del PS.

En la jefatura superior asumió Arnoldo Camú, recién electo miembro de la CP.  Al mando del GAP, destinó a los elenos Domingo Blanco y Jaime Sotelo. Como jefe de contrainteligencia quedó Ricardo Pincheira Núñez (“Máximo”), otro de los hombres del ELN y estudiante de Medicina de la Universidad de Chile. En estas labores debería coordinarse con el nuevo director general de la Policía de Investigaciones, Eduardo Paredes. Al mismo tiempo, se integrará al Centro de Estudios de Opinión Pública (CENOP), asesor directo del Presidente Allende.

Camú asumió directamente el mando del Aparato Militar, trabajando en forma directa con Exequiel Ponce, jefe del Frente Interno del PS. Lo conocerían en esa tarea con el nombre político “Agustín”.

En forma paralela a esas labores operativas, Camú también se dio tiempo para la elaboración política. En un trabajo que fue publicado por la revista socialista “Posición” del 4 de julio de 1972, polemizó con el integrante de la Comisión Política del PC, Orlando Millas, que un mes antes publicó un documento en “El Siglo”.

Comenzaba destacando las coincidencias con el PC, como “el principio de que ninguna revolución es tal si no se propone y no consigue alterar las condiciones en que la clase obrera participa en la actividad económica”. Por tanto, coincidía en advertir los peligros de limitarse al “capitalismo de Estado” si no cambia la actitud cualitativa en la administración de las empresas ya expropiadas. Camú manifiesta que “las gigantescas transferencias de propiedad sobre los bienes de producción” deben implicar “cambios en las relaciones de producción”.

Sin embargo, Camú subrayaba que esas materias no eran “lo medular” en el trabajo de Millas. “Lo más importante en este documento y en todos los documentos e intervenciones del PC de las últimas semanas”, señalaba, era la proposición de una “reorientación táctica en la política económica del Gobierno y en la línea de conducción de las masas”.

Al respecto, cuestionaba que “enfocar el problema de la correlación de fuerzas exclusivamente desde la perspectiva de la eficacia o debilidad para dividir al enemigo y neutralizar a los sectores influenciables y desde allí auspiciar una nueva táctica para el movimiento popular, es una postura equivocada que, unida a otros planteamientos publicitados por el PC, va configurando un claro cambio en la estrategia de la UP para la conquista del poder político”.

Camú sostenía que el error provenía de su “unilateralidad” en el análisis, pues no abordaba el problema de la correlación de fuerzas “en todas sus partes” y sólo consideraba un aspecto: el grado de división de los adversarios. Camú estimaba, por el contrario, que ésta debía apreciarse según “la capacidad de combate nuestra y del enemigo en relación a un objetivo determinado: la conquista del poder”. En ese punto, definitorio en su reflexión, había “muchos aspectos más preeminentes que los grados de cohesión o división del enemigo o la actitud de los neutrales para apreciar lo desfavorable o no de la correlación de fuerzas en una situación dada”. Entre esos aspectos –que Camú define como “grado, calidad y cantidad” de las fuerzas del proletariado– mencionaba, además de los factores cuantitativos, la organización, experiencia y tradición de lucha, la moral y mística, la decisión y audacia de los líderes, la justeza estratégica, el adecuado uso de los medios de comunicación, el terreno del enfrentamiento, los aliados. En definitiva, afirmaba, en esa correlación lo decisivo es “la propia fuerza de la revolución”.

El día del golpe de Estado, Camú y los suyos estuvieron en la primera línea de la resistencia. De hecho, fueron prácticamente los únicos que intentaron resistir en forma organizada y militar el alzamiento castrense. Los hombres del “Aparato”, al mando de Camú, se congregaron en el Estadio de la CORMU (Corporación de Mejoramiento Urbano), cerca de Lo Valledor y luego partieron a la industria metalúrgica Indumet, en el Cordón San Joaquín.

Allí se produjo la primera reunión de la dirigencia de la izquierda. El PC anunció su resolución de no oponer resistencia. Al mismo tiempo, Camú fue informado que Carlos Altamirano ordenaba el repliegue del Aparato Armado.

Desde la sede de Gobierno, Eduardo Paredes logró comunicarse: “Comandante Agustín, La Moneda sigue resistiendo, pero la situación es muy difícil. ¿Cuándo van a venir a sacar al Presidente?”.

Camú acepta de inmediato la propuesta. Sabe que contraría la instrucción de Carlos Altamirano y que, por tanto, objetivamente rompe con la línea del Partido; no le importa mucho: el Aparato Militar desconfía profundamente de Altamirano y está dispuesto a sobrepasarlo en cuanto sea necesario. De todos modos, Camú no tiene la menor duda, como no la tienen los hombres del GAP: estar con Allende es la primera prioridad en ese momento decisivo.

Camú pregunta a Miguel Enríquez, el secretario general del MIR, “cuánto podrá aportar (…) a este intento desesperado. La respuesta es poco alentadora”. Aún así, Camú traza un plan. “Enríquez admira la asertividad de Camú, su serenidad y precisión para impartir órdenes. Parece que la desesperación estuviera fuera de su repertorio de emociones. Cada vez que toma una decisión, se puede tener la seguridad de que la ha pensado cuidadosamente, y siempre desde la lógica revolucionaria”. Enríquez piensa: “Si tuviese hombres como él”.

Antes de alcanzar siquiera a implementar el plan, fueron cercados en Indumet y llegó la hora del combate. Tras evacuar Indumet, los socialistas partieron hacia la Población La Legua, a continuar la resistencia. Allí también estaba Exequiel Ponce, llamando con entusiasmo a los vecinos a sumarse. El laboratorista dental Francisco Cattani Ortega es el primer caído del grupo socialista. La lucha continuó en las industrias Sumar y Madeco. Mientras tanto, Jaime Sotelo y Domingo Blanco caían en la defensa de La Moneda, junto con Ricardo Pincheira, Eduardo Paredes y otros combatientes socialistas.

Ya consumado el derrocamiento de Allende, Camú asumió su responsabilidad y con otros dirigentes reestructuraron la Comisión Política, la quedó encabezada por Exequiel Ponce como secretario general subrogante e integrada por Gustavo Ruz Zañartu, como subsecretario de Frente Interno; Ricardo Lagos Salinas y Arnoldo Camú, en Organización; y Víctor Zerega Ponce, en Frente de Masas. Más adelante, en octubre, se incorporaron los integrantes del Comité Central Fidelia Herrera, Alejandro Jiliberto y Luis Urtubia Henríquez, y Carlos Lorca.

Todos depositaban una enorme confianza en la capacidad política y operativa de Camú, su liderazgo interno y preparación para enfrentar las duras condiciones de la vida subterránea. “Agustín” era intensamente buscado por los aparatos de inteligencia desde el mismo 11 de septiembre. Presumían su responsabilidad en los focos de resistencia que se registraron ese día y tenían vagos antecedentes sobre contactos con oficiales constitucionalistas de las instituciones castrenses. En el Consejo de Guerra “Fuerza Aérea contra Bachelet y otros”, Rol Nº 1–73,  fue sindicado como uno de los gestores principales de la “infiltración marxista” en la FACH.

Su hogar fue allanado en reiteradas ocasiones, la última vez el mismo día de su asesinato. Ese operativo fue dirigido por el jefe del Servicio de Inteligencia de la Fuerza Aérea, Edgardo Ceballos Jones, hoy procesado en diferentes causas por violaciones de los derechos humanos.

Su esposa, Celsa Parrau, fue detenida en Indumet, adonde concurrió a trabajar en la atención de los heridos. Fue conducida a una comisaría y el mismo día al Regimiento Tacna. Allí pudo ver a los capturados de La Moneda y a grupos de otros prisioneros. El 13 de septiembre, al mediodía, a través de las rendijas del galpón en que estaban recluidas unas 90 mujeres, vio salir un camión que llevaba bultos que parecían cuerpos humanos. Cuando la sacaron del galpón, ya no estaban los detenidos en la sede de Gobierno.

Un testigo, Ernesto Gutiérrez Zegarra, presenció cuando Camú fue detenido el 24 de septiembre de 1973 por un grupo de civiles en la esquina de las calles Nataniel Cox y Santiaguillo. Iba a reunirse con un compañero de su partido. Al parecer éste fue detenido y entregó el punto del contacto. Camú fue introducido en un vehículo con las manos atadas, pero cuando el auto ya estaba en marcha intentó liberarse saltando a la calle. Sus captores le dispararon dándole muerte instantánea.

Su cuerpo fue llevado hasta la Posta Central y enviado luego al Instituto Médico Legal. Después de 15 días, el cuerpo fue encontrado en una fosa común del Patio 29 del Cementerio General.

Fue exhumado y reconocido por su hermano David, que años más tarde murió en Nicaragua sandinista, y por su suegro, Oscar Parrau Escobar.

Al momento de su ejecución, Arnoldo Camú tenía 36 años.


Durante el Gobierno de la UP fue gerente general del Banco Central  y al momento del golpe era asesor en materias económicas del Presidente de la República. Fue detenido el 11 de septiembre de 1973 en La Moneda. Hasta hoy permanece desaparecido.

Margarita Serrano y Ascanio Cavallo: “Golpe”, Aguilar, 2003.

Uno de los principales imputados fue el general Alberto Bachelet Martínez.

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