Exequiel Ponce nació en la pequeña localidad de Las Palmas de Quebrada Alvarado, a 30 kilómetros de la ciudad de Limache, en el seno de una familia de origen muy humilde. Era el segundo hijo de sus progenitores.
En esa pequeña localidad conoció de primera mano las dificultades y penurias de los campesinos pobres, lo que desde temprano le hizo desarrollar una profunda conciencia social. Pese a que abandona la escuela, para trabajar con su padre, se perfeccionó de modo autodidacta, leyendo y estudiando por las noches, al tiempo que se revelaba como un hombre intransigente en la defensa de los derechos de los trabajadores.
Según recuerda su hermano Renán -un destacado poeta de la Quinta Región-, Exequiel fue un niño «más bien introvertido, distante, obsesionado por alguna razón que sus hermanos ignorábamos. Quizás maduró antes de tiempo, prematuramente consciente de la fragilidad social de su entorno, y de esas infinitas necesidades cotidianas que siempre resultan más severas entre los desposeídos.
Parte de nuestros deberes diarios era sacar agua del pozo, ir en busca de la mejor leña, ya fuese al cerro más próximo o bien al estero, ‘ese ancho mundo’ no ajeno a mis miedos ancestrales. Una vez posesionado del escenario, Exequiel siempre elegía el estero, la rutina comenzaba siempre del mismo modo, como si fuese un acto fatalmente repetido. Había en el lugar una piedra de por lo menos dos metros de altura, y se podía subir a ella con relativa facilidad. Yo tiraba mi soga al suelo y comenzaba a seleccionar los restos de leña seca, que allí abundaban como por milagro.
De pie en ese sitio tan privilegiado, podíamos ver todas las casas, en su digna transparencia, de Quebrada Alvarado. Exequiel respiraba profundo y pronunciaba su acostumbrado discurso: «Pueblo de Quebrada Alvarado, el que les habla, Exequiel Ponce Vicencio, mañana, en el más próximo futuro, les guiará en la conquista de sus derechos más queridos. Les abrirá los ojos, les enseñará a defenderse, les ayudará a conseguir que esta querida patria, sea más justa para todos.
Acto seguido, con la soga que ya disponía en sus manos, la enarbolaba sobre mi cabeza, y exclamaba con profunda convicción: «¡Trabaja esclavo, júntame leña!». El tácito pacto de honor suscrito entre ambos -que yo mandaba en la casa y Exequiel fuera de ella- se había cumplido a cabalidad«.
Obrero en Polpaico
Muy joven, se incorporó como obrero en la fábrica de cementos Polpaico, en la que se desempeñó por algunos años, hasta que fue despedido por constituir un sindicato y reclamar mejores condiciones laborales. Estando en la cementera, conoció y contrajo matrimonio con Margarita Luque, una joven de origen aún más humilde, que se desempeñaba como costurera. Luego de su despido, la pareja se trasladó a Valparaíso. Allí, Ponce se desenvolvió en múltiples oficios, hasta que en 1962 logró ingresar a la Empresa Portuaria de Chile. Será en ella donde desarrollará su principal trabajo político y sindical.
En efecto, en el período en que estuvo empleado en EMPORCHI apoyó activamente el fortalecimiento del sindicalismo portuario, llegando a ser dirigente nacional de ese tradicionalmente combativo gremio. En representación de la Confederación de Trabajadores Marítimo- Portuarios Mariano Valenzuela, fue electo al Consejo Ejecutivo Nacional de la Central Única de Trabajadores y luego asumió como Sub-secretario Provincial de la CUT en Valparaíso.
Andrés Sepúlveda, ex diputado PS por Valparaíso e histórico dirigente de los empleados municipales -fallecido en marzo del 2007-, recordaba frecuentemente que Ponce, al asumir sus nuevas responsabilidades direccionales, constató las limitaciones evidentes de su escasa escolaridad y que, lejos de amilanarse por esa situación, decidió enfrentarlas sin vacilaciones ni complejos, matriculándose en una escuela nocturna. A partir de ese momento, según su amigo, «su vida comenzó a girar como un torbellino que lo envolvía, exigiéndole cada día más esfuerzo, sacrificio y abnegación, pues tenía que cumplir con la jornada del trabajo diario, luego, en el sindicato y más tarde en la CUT, sin descuidar el trabajo propiamente partidario ni dejar de responder adecuadamente en la escuela...»
En el partido
La vinculación de Ponce con el PS (al que ingresó en 1954, en la Seccional Limache) fue, probablemente, el momento más significativo en su vida como dirigente y luchador social. Por años ocupó diversas responsabilidades partidarias, siendo electo en 1969 secretario regional del PS en Valparaíso.
Con la notoriedad que adquirió en la vida política y social porteña, Exequiel logró recomponer, al menos parcialmente, la distante relación que siempre mantuvo con su padre. Pese a esa mayor visibilidad, se caracterizó siempre por cultivar un perfil más bien discreto y reservado. Francisco “Pancho” Mouat, que trabajaría muy cerca de él durante la UP e inmediatamente después del golpe militar, recordaba que «el viejo era absolutamente reservado y con un alto sentido de la disciplina y de la seriedad en el trabajo partidario: era de los que llegaba primero y se iba último del local del Partido. No le gustaba figurar, al punto que, durante el período de la dictadura, cuando lo detuvo la DINA, estuvimos mucho tiempo sin poder realizar la campaña de solidaridad internacional por su libertad, simplemente porque no habían fotos de él«.
Hacia 1970, la casa que el matrimonio arrendaba en la actual Subida Ecuador se incendió. La pareja se trasladó entonces al vetusto local del regional del partido. Su hermano Renán, hombre aficionado a la literatura y reacio a las rigideces de la militancia, recuerda hasta hoy que cuando iba a visitar a Exequiel, «indefectiblemente terminaba participando en las reuniones políticas. Y cómo no, si su casa, en ese tiempo, era literalmente la misma casa del partido».
En la dirección del Partido
Finalizada su gestión en el Regional Valparaíso, en el marco del XXIII Congreso del PS –realizado en enero de 1971, en La Serena- Ponce fue electo a su Comité Central y a la Comisión Política, haciéndose cargo de la Subsecretaría del Frente Interno, cargo que desempeñaría hasta el mismo 11 de septiembre de 1973.
El día del golpe, estuvo presente en las industrias INDUMET y SUMAR, como también en la cercana Población La Legua, lugares en d
onde se libraron combates en defensa del gobierno constitucional. Los militantes que actuaron ese día recuerdan con afecto que el «Cheque» -nombre con el cual se le conocía familiarmente en el partido- participó con entusiasmo en el fragor del enfrentamiento, arengándolos y compartiendo sus riesgos, «a pesar de su alto cargo, su ligera cojera y su exceso de peso, que le dificultabanel trote y la agilidad».
En la clandestinidad
Fue en la primera reunión oficial del Comité Central después del golpe, realizada el 17 de septiembre en la zona sur de Santiago, cuando Ponce asumió como máximo responsable del PS, pasando a desempeñar la Sub-secretaría General en la clandestinidad.
En 1974, en medio del acecho represivo de la DINA, Ponce, –acompañado por el dirigente Carlos Lorca- dio una entrevista a un equipo periodístico alemán occidental, encabezado por el reportero Rolf Plufcke. La cita fue en una casa de seguridad en Ñuñoa y en el departamento de un viejo militante de Santiago.
Estas fueron algunas de las respuestas del jefe socialista:
Compañero secretario general subrogante, ¿qué tareas se le plantean al pueblo chileno en su lucha contra la dictadura?
«Las tareas que se plantea el pueblo en estos momentos, y las tareas que se plantea el PS para enfrentar la dictadura, son la parte más importante del desarrollo político que estamos viviendo. El Partido y la Unidad Popular tienen que buscar en esta etapa, fundamentalmente, una gran coincidencia orgánica y unidad de lucha.
Nosotros creemos que la lucha fundamental de la clase obrera y del pueblo pasa por recuperar para los trabajadores los derechos democráticos, las libertades públicas, el derecho a organizarse, el derecho a petición, el derecho a huelga, cosas que han sido cercenadas por la dictadura. Por eso nosotros creemos que la tarea fundamental de los partidos proletarios, del Partido Socialista y del Partido Comunista, es buscar una coincidencia en estos puntos de vista, materializarla, liderarla y dirigirla, junto a los partidos de la Unidad Popular y, más allá de la UP, todos los sectores democráticos y patriotas que estén por enfrentar a la dictadura fascista.
Creemos que una de las tareas fundamentales también es la de adecuar la organización de la UP y la organización del Partido a los nuevos objetivos que en estos momentos están planteados. Por lo tanto, la tarea de los revolucionarios, la tarea de los patriotas, es organizarse en las poblaciones, las industrias, en los sectores estudiantiles, para que desde allí, de acuerdo a las nuevas características y las nuevas necesidades que se están planteando como consecuencia de esta lucha, poder enfrentar con éxito estas tareas fundamentales (…) Por eso nosotros planteamos que lo fundamental es, repetimos, luchar por las libertades públicas, las libertades democráticas, el derecho a organizarse, y el fortalecimiento y adecuación de la organización de la clase obrera y de los partidos al nuevo momento político que vivimos.
Estamos seguros que en el combate por las libertades democráticas y los derechos del pueblo reconocerán filas la inmensa mayoría de las bases de la Democracia Cristiana y, junto a ellos, todos los dirigentes consecuentes con la vocación libertaria y pluralista de ese partido. No olvidemos que la propia directiva freísta del PDC, que participó en la confabulación, que la apoyó desde el primer momento, reconoció en su declaración del 27 de septiembre que «es evidente que en torno a los militares rondan sectores de la derecha económica y política, parcialmente encubiertos bajo el ropaje de gremialistas, como asimismo grupos de reconocida mentalidad totalitaria, que procuran orientar la acción gubernativa hacia modelos represivos de corte capitalista y hacia la consolidación permanente de un sistema de gobierno dictatorial».
¿Qué papel se propone jugar el Partido Socialista en esta lucha?
«Nosotros quisiéramos, antes de contestar la pregunta, expresar que el Partido, a lo largo y ancho de nuestra patria, ha sido brutalmente golpeado por la dictadura fascista. Creemos, sin equivocarnos, no habiendo hecho todavía una evaluación exacta, que por lo menos la mitad de nuestra dirigencia, desde Arica a Magallanes, ha sido torturada, asesinada o se encuentra en prisión.
Creemos que deben preocuparse los compañeros de la solidaridad internacional por los compañeros Alejandro Jiliberto, Erick Schnake, Uldaricio Figueroa, Héctor Martínez y tantos otros compañeros más, como Carlos Lazo, que en verdad no sabemos cual ha sido su suerte (…) Planteamos esta inquietud a la solidaridad internacional, a los organismos internacionales: esta debe ser una preocupación de la Cruz Roja Internacional, debe ser una preocupación de los organismos de las Naciones Unidas, en definitiva debe ser una preocupación de todos los revolucionarios y de todos los progresistas.»
Un año después, en una carta fechada el día 7 de mayo de 1975, dirigida a su mujer -refugiada en la RDA-, Ponce hizo un completo balance de la situación política, social y económica a casi dos años de la implantación del régimen militar, al tiempo que reiteraba la pertinencia de la línea de la unidad amplia antifascista:
«Los problemas que vive nuestro pueblo cada día son más difíciles. La política ejecutada por la dictadura, de «recuperación» económica, no rectifica nada, no es nada más que la continuación y profundización de la política social de mercado, reaccionaria y pro imperialista. El efecto que produce en las masas populares cada día es más brutal. Esto significa precios prohibitivos en vestuario y alimentación, salarios de hambre, cesantía, la nueva ley de arriendos golpea al arrendatario y protege al arrendador. Los organismos estatales, CORVI, CONHABIT, no construyen, por lo tanto el déficit habitacional cada día es más grave. Esta es una pequeña muestra de cual es la situación económica y social del país. A este marco, hay que agregarle una nueva acción represiva, tanto en forma masiva, allanamientos a las poblaciones populares, como a nivel individual o dirigidas a las organizaciones populares que trabajan en el país.
La crisis y la reorganización del gabinete hecha por la dictadura en abril, no tienen otro carácter que reafirmar lo que digo anteriormente. Pensamos que en el interior de la Junta y las Fuerzas Armadas triunfarán posiciones liberales en economía y portalianas en lo político, desplazando al sector fascista o neofascista. Dicho de otra manera, hay un acuerdo táctico entre la gran burguesía nacional y Pinochet, quien logra aglutinar en torno a él un sector importante de las FFAA. Esto cuenta también con el apoyo de un sector reaccionario de la DC, que ponen sus condimentos en este proyecto. Creemos que en el caso de las Fuerzas Armadas, no están definidos los problemas, en su interior jugaran tres sectores: un sector democrático burgués, otro reaccionario nacionalista y portaliano y un tercero fascista. La situación se puede mantener hasta fin de año si este nuevo ordenamiento político y ministerial no logra controlar la inflación (1975, sobre 200%). La situación es impredecible en el interior de las Fuerzas Armadas. A la gran burguesía nacional y al imperialismo no se le presentan alternativas claras, como en 1973, para encontrar administradores del Estado y sus intereses. De allí la importancia de fortalecer y desarrollar nuestro trabajo, apurar la constitución del frente antifascista, para golpearlos, debilitarlos y desgastarlos, en el momento preciso.
Los problemas al interior del Partido, en la medida que pasa el tiempo, se aclaran más y el prestigio y respeto a la dirección interior son más grandes y fuertes. Esto no quiere decir que no existan problemas, las fracciones de todos los pelajes se siguen moviendo, avalados, desgraciadamente, por la desidia e indecisión, por un lado, de los que están afuera y, por otro, por la falta de medios que permitan dar un gran impulso al trabajo orgánico y de masas, que permita desarrollar políticas y tácticas más audaces para golpear a la dictadura y a la vez dar un fuerte impulso, por la base, al frente antifascista.
Como usted puede ver, esto fortalece mucho más la decisión de luchar desde adentro, cualquiera que sea nuestra suerte en particular, lo que importa en definitiva es nuestro aporte a la lucha liberadora de nuestro pueblo. No esperamos nada en particular por ello, solamente que se entienda que la política que elaboramos e impulsaremos tiende a encontrar el más amplio apoyo de los trabajadores y del pueblo.
Esta política pasa por los partidos de la UP y de los sectores que no estuvieron ella (el MIR, a pesar de lo golpeado que está hoy), vemos también en este frente a la DC… Entendemos que este acuerdo con la DC pasa por que el sector progresista domine en ese partido, pero un elemental sentido táctico nos indica que tenemos que llamar a la DC en su conjunto, para que no los acusen el exterior a los sectores progresistas de rupturistas, y ese partido no sea ganado por los sectores reaccionarios, léase Frei, para posiciones reaccionarias, ya sea de apoyo a la Junta, a una salida democrático liberal con algunos sectores populistas (a propósito tenemos bastantes antecedentes sobre una detención domiciliaria de Bonilla, por confirmar). Ese es el sentido y el contenido que le damos al frente que derrocará a los actuales usurpadores del poder. Para estos efectos, adecuaremos las formas y métodos de lucha a las condiciones objetivas y subjetivas que se den en el proceso, por lo tanto, formaremos al Partido, a los trabajadores y al pueblo en estos principios.
Es correcto reconocer que las condiciones y dificultades de trabajo y de lucha son muy duras, y si además agregamos a las dificultades internas los problemas externos, donde campean las deformaciones e incomprensiones de dirigentes y militantes, muchos de ellos mal intencionados y oportunistas.»
En la misma misiva Ponce, da cuenta, «en caliente», de la precaria situación que vive el PS, a causa del acecho de la DINA:
«(…) La represión nos sigue golpeando a nivel de regionales y seccionales. En Santiago, sobre todo en el Comité Regional Cordillera (se refiere a las detenciones de los dirigentes Claudio Thauby y Jaime Robotham, ocurridas el 31 de diciembre de 1974, y a la captura de Alfredo Rojas Castañeda, detenido el 4 de marzo de ese año.) A nivel de dirección central, se han producido dos apresamientos muy lamentables, la compañera Fidelia H y el compañero «Gabriel» (se refiere a Fidelia Herrera y a Ariel Mancilla) asunto que desde el punto de vista de la seguridad y organización, los hemos superado, pero tememos por sus vidas, sigue siendo un trabajo de primer orden la solidaridad internacional.»
En los meses previos a su captura, Ponce llegó a la convicción que la dictadura (dado su carácter refundacional y regresivo de los avances alcanzados durante los tres años del Gobierno Popular) se prolongaría en el tiempo. A esa altura, según Francisco Mouat, «su única aspiración, en caso de llegar vivo al momento del fin del régimen, era hacerse cargo de la calificación del reingreso al PS de sus militantes. No se le pasaba por la mente reclamar un rol relevante para sí mismo». Ello quedaba de manifiesto en la última parte de la extensa carta enviada a su mujer en la RDA:
«Yo he querido plantearle estos problemas políticos porque usted no es ajena a los problemas que hay en Berlín, a la situación interna del Partido, es por esto que es bueno que sepa lo que pienso y además, de que estoy informado que algunos «próceres» del Partido, en forma desleal y paternalista, han querido interpretar mi pensamiento a su amaño y mezquinos intereses.
No tengo que recurrir a ningún argumento personal ni sentimental para que sepa la verdad con respecto a mi posición política, honestidad, decisión de luchar, el argumento más sólido es la verdad. Pero los militantes y dirigentes honestos del exterior tienen que luchar con la misma firmeza dentro y fuera del Partido, por las posiciones correctas y proletarias. No hay otra alternativa para vencer. Esa es nuestra decisión en el interior. Ya llegará la oportunidad de enfrentar a algunos de los interpretadores de pensamientos ajenos, que cínicamente también, le hacen al paternalismo. Que sepan también que no es honesto ni justo usar los compañeros en sus cabronadas, así no entiendo la lucha ideológica en el seno del Partido. Que tengan la más absoluta seguridad que no la voy a usar, pero que sepan que estos métodos no se olvidan con facilidad. Que no perderé la oportunidad de pedir cuentas a los detractores y a los interpretadores.»
La captura
En la madrugada del día 25 de junio de 1975, tres vehículos de la DINA llegaron en horas del toque de queda a la calle Tocornal N° 557, en Santiago. La puerta fue abierta por el dueño de la pensión, Joaquín Palacios Izquierdo, al que le preguntaron por el arrendatario «que trabaja en Ferrocarriles y vive en la última pieza». Efectivamente, la «leyenda» que Ponce había señalado al propietario del lugar era que se desempeñaba en la Empresa de Ferrocarriles del Estado. Los sujetos, que se presentaron como «agentes especiales», detuvieron a Exequiel y su enlace, la joven secretaria Mireya Rodríguez, a la vez que allanaban el cuarto en busca de documentos y dinero.
Con la captura de Ponce, la DINA propinó un severo golpe a la reorganización del Partido Socialista en Chile. La dictadura siempre negó su detención, pero diversos testigos detenidos por los servicios de seguridad supieron de su paso por Villa Grimaldi.
Héctor Riffo Zamorano, recluido en ese recinto secreto de la DINA, fue sacado en una oportunidad por los agentes y llevado a reconocer a «Gino», un enlace de Ponce. El operativo no funcionó y Riffo fue acusado por los agentes de haberles dado «un punto falso». Cuando les hizo notar que no era él quien había dado el antecedente, los agentes comentaron: «El Viejo nos jugó chueco»…. Riffo se apercibió que hablaban de Ponce. Ya lo habían interrogado sobre el jefe socialista.
Por su lado, cuando el joven médico Edwin Patricio Bustos militante del MIR-detenido en ese mismo centro clandestino- fue interrogado por Osvaldo Romo, éste le manifestó «así que hacías la misma pega que hacía el viejito Ponce», aludiendo a su tarea de organización de clínicas clandestinas para la resistencia y al contacto con embajadas extranjeras.
Emilio Iribarren, también militante del MIR, fue detenido el 4 de enero de 1975. Tras permanecer un tiempo en Villa Grimaldi, se convirtió en colaborador de la DINA. Antes de su fallecimiento en Nueva York, entregó su testimonio en diversas investigaciones que se siguen en torno a la actuación de la DINA. Así, señaló que a mediados de 1975 observó algo que nunca olvidó: «Un hombre fue largamente torturado por 24 ó 48 horas. Fue colgado con una soga que le amarraba las manos por detrás. La soga pasaba por encima de una viga. Unos agentes tiraban de la cuerda hacia una polea, levantando al detenido, al tiempo que lo apaleaban brutalmente. El prisionero estaba desnudo y le mojaban el cuerpo para aumentar el efecto de la electricidad. Aquella vez le dieron hasta la madrugada. Gritaba. Cada vez que miré, pude ver a Germán Barriga dirigiendo personalmente la tortura. Al Viejo Exequiel Ponce lo torturaron brutalmente».
Al momento de su secuestro, «El Viejo» tenía 41 años de edad.
Compañero: te invito una cerveza
«Yo estudiaba economía en la Universidad de Chile y militaba en el MAPU desde que había entrado a la universidad, en 1971. A través de un compañero de la escuela, se me pidió que ayudara a montar una reunión, no se me dijo de quiénes, pero sí que eran importantes, y que por lo mismo, debían considerarse todas las medidas de seguridad, pues se trataba de personas muy buscadas por el régimen.
Tenía que trasladar a una persona al sitio de la reunión, esperar y regresarlo al lugar de origen. Se me advirtió del riesgo. Debía actuar con extremada prudencia, aplicación y cuidado. Me dieron indicaciones prácticas: auto bien lavado, yo bien vestido, con corbata, se me tenía notar que era del barrio alto.
Debía bajar por Bellavista hasta el semáforo que sigue al Colegio Patronato San José, allí iba a estar la persona junto al quiosco, leyendo y con La Segunda del día anterior bajo el brazo. Debía preguntarle: «¿Sabe usted qué micro tomar para ir a Vicuña Mackenna?». Y él diría: «Sí, yo te acompaño».
Llegué puntualmente, vi al personaje tal cual, subimos a mi auto y lo llevé adonde me habían indicado. En el camino no hablé nada y él tampoco. Pienso que se dio cuenta de mis nervios y de mi extrema concentración en lo que hacía, y no quiso añadir más tensión: tenía que respetar todas las normas, no exponerme a ser detenido por una infracción de tránsito.
Debía ser la una de la tarde. Llegue a la casa de la reunión, entré por el portón con el auto. En la casa reconocí a Jaime Gazmuri, a quien no veía hace mucho tiempo, nos dimos un gran abrazo. Jaime se mostró amistoso como siempre, carismático, simpático y extrovertido. Me agradeció. Me quedé en la casa mientras se reunían. Fue largo, más de tres horas.
Partimos de regreso en el auto. Yo más distendido, todo iba bien. Al rato, el hombre me dijo que quería pedirme un favor muy personal: que lo acompañara a tomarse una cerveza. Yo creo que se sintió seguro porque no conocía el barrio y no era conocido allí. «Yo, feliz -le dije-, pero me han pedido que sea muy cuidadoso. Me resulta muy difícil, estoy arriesgando tu seguridad, esto va en contra de todo lo que me han pedido.»
Insistió: «No te preocupes, es bajo mi responsabilidad».
Íbamos bajando por Avenida Kennedy, a la altura de Américo Vespucio. Yo conocía el sector y sabía que por ahí había una fuente de soda. Nos bajamos.
No me dijo quién era, ni yo se lo pregunté. Ya en la mesa, con las cervezas, que pagó él, solos, medio a oscuras (era un sitio frecuentado por obreros de la construcción), me dijo: «Compañero, te quise invitar esta cerveza, primero porque me produce alegría ver que hay gente joven como tú que está ayudando. Creo que nosotros, como generación, cometimos muchos errores, y como generación de dirigentes la lucha que estamos dando tiene sentido solamente porque existe gente como tú que nos va a reemplazar, porque nosotros somos todos hombres muertos. Nosotros no vamos a sobrevivir a esto. Y te quise invitar esta cerveza porque lo único que justifica nuestra lucha es que haya una generación como la tuya que le dé sentido».
No fueron más de diez minutos, me dejó muy marcado, fue muy emotivo. Obviamente, vi que era un hombre de mucho nivel. Muy afectuoso, directo, tal vez un poquito depre, pero sobre todo, lúcido: sabía que estaba acorralado, con el agua hasta el cuello.
Yo guardé silencio. Después le conté que estudiaba economía en la Universidad de Chile y que en la escuela había mucha gente como yo.
Lo dejé en la Escuela de Derecho, como me habían indicado, y llamé por teléfono a mi contacto para avisar que todo había salido bien.
Al día siguiente, en la escuela, lo comenté con el compañero del MAPU OC que me había hecho la petición: «Un solo problema, no pude convencerlo de no salirse de las reglas»: la cerveza. Entonces me enteré de quién era.
Al poco tiempo, semanas o días quizás, fue detenido con el resto de la Dirección del PS y desapareció. Cuando lo supe, no pude dejar de pensar que podríamos haber caído juntos».