Jaime Robotham Bravo

Esa  tarde, la del 31 de diciembre de 1974, cientos de  inocentes ciudadanos corrían presurosos a sus casas, ansiosos por celebrar la llegada del Año Nuevo en compañía de sus familias.

Jaime Robotham Bravo y Claudio Thauby Pacheco, dos jóvenes militantes del PS, también caminaban, por calle Sucre, en Providencia, aprovechando de conversar sobre las tareas asociadas a la resistencia a la dictadura y al trabajo de la Coordinadora Nacional de Regionales (CNR), una articulación partidaria que emergió después del golpe, y que se estructuró a través de la actuación conjunta de los antiguos regionales de Santiago Centro y Cordillera.

Robotham y Thauby habían salido después de tomar onces, desde la casa del primero, en Ricardo Lyon, a donde Claudio había llegado tres horas antes.

Eran cerca de las 19:00 horas, y ambos enfilaban sus pasos  hacia avenida Irarrázaval, donde Thauby esperaba tomar locomoción con destino al lugar donde se encontraba refugiado por esos días.  Jaime, por su parte, tenía previsto asistir con su novia a una fiesta por la llegada del Año Nuevo.

Jaime Robotham Bravo.

Ambos se conocían por su común actividad partidaria en el Regional Cordillera del PS antes del golpe, y por su paso por la Escuela de Sociología de la Universidad de Chile, de la que Jaime fue expulsado a comienzos de ese año por las autoridades militares que intervinieron la Casa de Bello. El ex alumno del Liceo Manuel de Salas, que además era Profesor de Educación General Básica, alcanzó a cursar hasta el cuarto año de esa carrera, en la que oficiaba como presidente del centro de alumnos, destacándose además como miembro del Consejo de Carrera del Departamento de Sociología, en representación de los estudiantes.

Jaime fue profesor ayudante de la cátedra de Sociología II y desarrolló trabajos de investigación referidos a la afiliación sindical campesina. Debido a sus méritos académicos, se había adjudicado una beca para continuar estudios en Estados Unidos para año 1974, una posibilidad que mantenía suspendida, dado su compromiso con la lucha anti-dictatorial.

Los hechos

En la intersección con la calle Faustino Sarmiento Jaime y su amigo fueron interceptados por un grupo de agentes de la DINA, movilizados en un automóvil Fiat color plomo, que llevaban consigo a Manuel Alejandro Cuadra Sánchez, detenido al mediodía de ese mismo 31 de diciembre y quien permanecía recluido en Villa Grimaldi. Entre los agentes estaba Fernando Adrián Laureani Maturana, conocido como “El Teniente Pablo”, uno de los oficiales de Villa Grimaldi que gustaban de participar personalmente en los operativos en contra de los opositores a la Junta Militar.

Cuadra, domiciliado precisamente en la calle Domingo Faustino Sarmiento, había sido sacado de Villa Grimaldi alrededor de las 18:30 horas y conducido a su propio domicilio, con el fin de detener a su cónyuge, Lucrecia Brito. Como ella no se encontraba, Laureani, retornó al Fiat. En esos momentos divisó a Thauby, con quien había sido compañero en la Escuela Militar unos años antes, cuando ambos eran cadetes de la misma promoción. Enterado de que Thauby había dejado la Escuela Militar para estudiar sociología,  el agente no disimuló su ira al reconocer a su ex compañero. En su opinión, Thauby era un traidor a la patria y al Ejército. Era la hora de que recibiera su castigo.

De inmediato, los agentes procedieron a la captura de los dos militantes. Mientras Claudio levantaba los brazos ante sus aprehensores, Robotham intentó huir y recibió un violento golpe con la culata de un revólver en la cabeza, quedando ensangrentado. En Villa Grimaldi, los agentes lo apodarían el “cabeza rota”, ya que el joven sufría una alergia que impedía el cierre de las heridas.

En Villa Grimaldi

Conducidos a Villa Grimaldi, los jóvenes socialistas fueron sometidos a fuertes interrogatorios y torturas. Robotham fue brutalmente golpeado y sometido a reiteradas aplicaciones de electricidad.

Ángeles Beatriz Álvarez, detenida por la DINA el 6 de enero de 1975, estuvo en Villa Grimaldi hasta el 15 de enero de ese año. En una ocasión, mientras esperaba su turno para entrar al baño, vio que los guardias traían a Robotham. Según su relato, éste se encontraba en un estado lamentable: Apenas caminaba y debían sujetarlo para que no cayera al suelo. Ángeles supo que se encontraba en el sector de castigos conocido como “La Torre”.

Hugo Salinas Farfán, detenido desde el 3 de enero de 1975 por la DINA en Villa Grimaldi, en donde fue sometido a intensos interrogatorios y torturas por Marcelo Moren Brito y desde donde fue sacado por sus captores para presenciar el arresto de otras víctimas, también estuvo con Robotham. Durante la semana del 6 al 11 de enero de 1975, compartió una “casa Corvi” –pequeñas celdas de madera en las que los detenidos debían turnarse para sentarse– con Jaime, el que le relató las circunstancias de su detención. El 12 de enero del mismo año, los prisioneros almorzaron todos en el patio y los guardias les permitieron que se levantaran un poco la venda. En esa ocasión vio claramente a Jaime Robotham.

El 1° de febrero de 1975, contó Salinas, vio cuando sacaron de Villa Grimaldi a Jaime Robotham junto a Julio Fidel Flores Pérez y a Herbit Ríos Soto. Los tres permanecen desaparecidos. Flores tenía 22 años y estudiaba la carrera de Ingeniería en Minas en la UTE. Ríos tenía 24 años y era alumno de Pedagogía en Historia en la Universidad de Chile. Ambos eran miristas.

Una víctima más de la Operación Colombo

El 12 de julio de 1975, los medios de comunicación chilenos informaron que en la localidad del Pilar, 45 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, en el interior de un automóvil, se encontraron dos cuerpos semicalcinados y acribillados, sobre los cuales había un lienzo que señalaba: “Dados de baja por el MIR”. Los documentos de identificación encontrados entre los restos supuestamente eran de Robotham y Luis Alberto Guendelman Wisniak, otro desaparecido. El diario “La Segunda” informó el 15 de julio que “los dos miristas chilenos que fueron ejecutados por su propia organización en Argentina fueron identificados en Chile”. Agregaba que “de esta forma se concluye que gran parte de las denuncias sobre asesinatos y desapariciones de izquierdistas en Chile son inventadas y que estos individuos gozan de buena salud en el extranjero”.

Guillermo Robotham, hermano de Jaime, viajó a Buenos Aires a constatar la efectividad de esa información. A través de distintos peritajes se pudo establecer inequívocamente que las características anatómicas no correspondían a las del afectado: estatura y dentadura distintas. Las huellas digitales de la cédula de identidad no pertenecían a Jaime, y la firma tampoco. Se pudo establecer que las huellas digitales habían sido puestas apenas unas horas antes del hallazgo de los cadáveres. También se estableció que la firma del funcionario del Gabinete de Identificación estaba adulterada.

Todo aquello resultó ser el punto de partida de la maniobra de la DINA que se conocerá como “Operación Colombo” y en la que también se insertó el caso de otro detenido–desaparecido, Juan Carlos Perelman Ide, cuyos restos también se supusieron encontrados en Pilar, una semana después.

De hecho, pocos días más tarde, el 24 de julio de 1975, el nombre del afectado apareció en la lista de 119 chilenos que habían muerto en enfrentamientos en el extranjero. Jaime Robotham estaba en la nómina del diario “Novo O’Día” de Curitiba, Brasil, publicación que apareció por primera y única vez en esa oportunidad.

La indiferencia de la justicia chilena

El 6 de enero de 1975 se interpuso un recurso de amparo por el afectado ante la Corte de Apelaciones de Santiago, rolado con el N° 28–75. Los antecedentes se perdieron misteriosamente y el expediente debió ser reconstituido.

En un escrito presentado ante la Corte, se informó que la familia había tenido antecedentes ciertos de que Jaime Robotham se encontraba recluido en Villa Grimaldi. No obstante, el ministro del Interior, Raúl Benavides Escobar, ofició a la Corte diciendo que el afectado no se encontraba detenido por orden de alguna autoridad administrativa. Por su parte, la DINA señaló que cualquier consulta al respecto debía ser dirigida al Ministerio del Interior o SENDET.

El 31 de marzo de 1975, la Corte de Apelaciones rechazó el recurso y remitió los antecedentes al 8º Juzgado del Crimen de Santiago, abriéndose la causa Rol N° 11.961–5. Durante su tramitación, el 9 de mayo, el coronel Julio Fuenzalida Arancibia, secretario ejecutivo subrogante del SENDET, informó que el afectado no se encontraba registrado entre los detenidos controlados por ese organismo. El 16 de junio de 1975, “habiéndose informado el Tribunal por comentarios de radio que un ciudadano chileno llamado Jaime Robotham Bravo” habría sido encontrado muerto en Buenos Aires, se ofició a la Cancillería.

También fueron citados a declarar los familiares. Guillermo Robotham relató su viaje a Buenos Aires para reconocer los restos que se atribuían supuestamente a su hermano, señalando que esa información era falsa.

Adriana Robotham, hermana, declaró que el 31 de enero de 1975 había llegado a su domicilio un ex-detenido de Villa Grimaldi, quien le manifestó haber estado junto a Robotham y Thauby en una celda de dicho recinto. Este testigo no quiso identificarse y comentó que el día más triste para Jaime había sido el 5 de enero de 1975, fecha en que llegaba su madre de Estados Unidos.

El 18 de octubre de 1991 aquel testigo concurrió a declarar al 8º Juzgado del Crimen y se identificó como el abogado Antonio Viñes Lobato. Señaló que el 3 de enero de 1975 fue arrestado por la DINA y llevado a la Villa Grimaldi. Fue ingresado a un pequeño calabozo, el que quedaba en la torre de agua, “en donde estaba otro detenido que supe se llamaba Jaime Robotham, que se encontraba herido en la cabeza”. Agregó que “cumplí el compromiso que había tomado con él de avisar a su familia”

El 31 de julio de 1975, después de publicarse las nóminas conteniendo nombres de 119 chilenos, el Tribunal acordó un nuevo Oficio al Ministerio de Relaciones Exteriores. El 3 de septiembre, el mayor de Ejército Enrique Cid Coubles, jefe de la Secretaría de Derechos Humanos, informó que, según los antecedentes que ellos poseían, el diario de Curitiba no existía. Agregó que no había información oficial relativa a que las personas nombradas en esa nómina hubiesen fallecido en el extranjero, como tampoco existían antecedentes de que hubieran salido del país. En cuanto a Robotham, consignó que su hermano había manifestado a las autoridades policiales de Pilar, que el cadáver no correspondía a su deudo y que no existía constancia de que la cédula de identidad hubiese sido otorgada en la fecha que aparecía indicada en ella. Por último, se decía que el médico legista de Pilar indicó que el cuerpo de Robotham, que medía alrededor de 1.75 metros, no podía ser el del cadáver ya que éste no excedía el 1.67 metro de estatura.

Luego, el 1° de octubre, se cerró el sumario y se sobreseyó temporalmente la causa por no encontrarse completamente justificada la existencia del delito.

Simultáneamente, en enero de 1975, se presentaron dos denuncias por presunta desgracia del afectado en el mismo 8° Juzgado del Crimen del Santiago, las que, posterior a sendas órdenes judiciales de investigar, se encontraban archivadas. Estas fueron acumuladas al proceso anterior el 11 de marzo de 1977.

El 11 de agosto de 1976, la parte querellante había solicitado la reapertura del sumario de la causa rol N° 11.961, aduciendo que había dos personas dispuestas a declarar: el periodista José Carrasco y Jorge Weil Parodi. Ambos estaban en el campamento de Puchuncaví y habían estado con el afectado en Villa Grimaldi. El 12 de agosto del mismo año, no se dio lugar a la solicitud.

El recurso de amparo fue rechazado el 10 de julio de 1975, seis meses después de su presentación. En el 8° Juzgado del Crimen de Santiago se instruyó entonces la causa rol N° 12334. Investigaciones informó haber realizado averiguaciones en la SENDET, Instituto Médico Legal y Cárcel Pública, sin obtener resultados positivos. Por su parte, el coronel Jorge Espinoza informó al Tribunal, el 29 de julio, que SENDET carecía de antecedentes sobre la víctima.

Al momento de su secuestro, Jaime tenía 23 años.

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