Juanita Cofré nació en el seno de una familia mapuche, de origen muy humilde, conformada por sus padres, José Cofré y Leoncia Catril, y sus hermanos Francisco, Guillermo y Dérico.
Su infancia transcurrió en el poblado conocido como Huellelhue, localidad ubicada a catorce kilómetros de la ciudad de Valdivia, cuya principal actividad económica estaba relacionada con la explotación maderera y el comercio fluvial, al punto de contar con su propia estación ferroviaria, que conectaba con otros ramales dedicados sobre todo a la salida y transporte de las maderas nativas, un recurso por entonces abundante en el sector.
Dérico, uno de los hermanos de Juanita, recuerda que en el poblado funcionaban las empresas MAGOSA y Transportes Fluviales S. A., entidades que empleaban a la mayoría de los habitantes del sector. La mayoría de los hombres se desempeñaba en duras faenas, en condiciones laborales muy inseguras y en ocasiones, rayanas en la explotación.
Al igual que sus hermanos, Juanita realizó sus estudios básicos en la Escuela Mixta Nº 64 de Huellelhue, y tal como ellos, disfrutó intensamente de los hermosos parajes que existían en los alrededores del pueblo, como el cauce de río que bordeaba la llamada “Cuesta de Soto”, una zona en la que se formaban playas de arenas finas que, especialmente en el verano, era frecuentada por los niños de Huellelhue, como también por muchas familias que llegaban los fines de semana desde Valdivia, a refrescarse con un chapuzón en las refrescantes aguas del río.
Terremoto social en Huellelhue
Pese a esos momentos de distensión, la infancia de Juanita y de sus hermanos fue difícil, por las apremiantes necesidades económicas que enfrentó su familia, una situación que se tornó aún más compleja luego del gran terremoto que afecto la zona de Valdivia en mayo de 1960, el que dejó al poblado en un estado de total aislamiento. Juanita y los suyos, al igual que la totalidad de las familias del sector, debieron dejar sus modestos hogares ante la amenaza del desborde del río que lo cruzaba y ante el inminente desborde del lago Riñihue. Los vecinos levantaron mediaguas e improvisadas en la ladera del cerro, hasta que pudieron retornar a sus viviendas, cubiertas por un metro de lodo.
Con sus hermanos, Juanita debió hacer a pie el trayecto desde Huellelhue hasta Valdivia, para conseguir víveres y medicinas, estas últimas para atender las necesidades de salud de sus pequeños sobrinos Jacqueline, Matilde, Víctor y Alexis. Con apenas nueve años de edad, Juanita entendía que se le debía torcer el destino a la pobreza, y decidió trabajar en las cosechas de papas y luego en un expendio de cervezas, para ayudar al sustento familiar, que se vio seriamente afectado tras la cesantía de su padre, desvinculado de su trabajo tras el terremoto.
Para contribuir a la recuperación del poblado, aportando a la organización comunitaria de sus vecinos, Juanita se incorporó a participar activamente en la Junta Vecinal Rural de Huellelhue.
En el Complejo Maderero de Panguipulli
Pese a que se incorporó prematuramente al trabajo, Juanita no descuidó jamás sus estudios. Al igual que sus hermanos, realizó sus estudios básicos en la Escuela Mixta Nº 64 de Huellelhue, mientras que su enseñanza secundaria la cursó en el Liceo Técnico de Valdivia, en donde aprendió contabilidad y administración, conocimientos que, durante los años de la Unidad Popular, le permitieron encontrar empleo como secretaria en el Complejo Maderero de Panguipulli, en 1972.
La constitución del Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli, creado oficialmente en 17 de octubre de 1971, fue una de las medidas económicas más importantes que el Gobierno Popular tomó en la zona de Valdivia. Anterior a su existencia, hasta fines de la década de los 60, casi toda la cordillera de la Provincia de Valdivia se encontraba en manos de propietarios privados, que en conjunto manejaron 22 predios, con extensiones que oscilaron entre las diez mil y las ochenta mil hectáreas.
Luego de la asunción de Allende, los obreros de los sectores de Carranco y Arquilhue se tomaron los predios en los que trabajaban, gatillando una ocupación en cadena que culminó con los 22 fundos en manos de sus trabajadores. Los obreros forestales, en su mayoría mapuches, denunciaban una severa explotación de parte de los propietarios de esos inmensos paños de bosques nativos.
La situación era tan delicada, que los ministros José Tohá y Jacques Chonchol (de Interior y Agricultura, respectivamente), acudieron a dialogar con los obreros mapuches reunidos en la localidad de Liquiñe. En la conversación, los dirigentes sindicales explicaron a los ministros que solo uno de los predios tenía su escritura al día, y que todos los demás habían sido constituidos con escrituras fraudulentas y usurpaciones a las comunidades mapuches de la zona.
Las condiciones laborales y de vida de esos trabajadores y de sus familias no eran las mejores. Al contrario, campeaba la miseria y la explotación: Jermán Martínez, en ese tiempo secretario regional de la Confederación Campesina e Indígena Ranquil, que en esa fecha contaba con 30 mil afiliados en la zona, señala que “muchos trabajadores vivían en rucos, unas tablas paradas de 3 metros 60 de la punta al suelo, que se afirmaban en forma de “A”, con piso de tierra y fogón a manera de cocina. Frecuentemente, los niños eran explotados desde los nueve años. La gente nunca conoció sus derechos sociales ni previsionales”.
Todo ello motivó al Gobierno Popular a constituir la nueva empresa social, que entre los 22 fundos originales, más nuevas expropiaciones y traspasos de terrenos llegó a tener una extensión cercana a las 420 mil hectáreas y a tres mil 600 trabajadores. Para su administración se constituyó una dirección conjunta de profesionales, técnicos y trabajadores, una instancia en la que, precisamente, se desempeñó Juanita, que con 19 años había egresado del Liceo Industrial de Valdivia, en donde también ingresó a las filas del Partido y de la Juventud Socialista.
Juanita llegó a ser muy querida entre la gente del Complejo, por su habitual alegría y preocupación por las personas, y hasta hoy muchos vecinos y trabajadores de Neltume la recuerdan por el apodo de ‘hermanita’ con el que la conocieron durante esos días.
En Neltume, Juanita contribuyó activamente a la campaña parlamentaria de Carlos Lorca, el candidato socialista que se postuló por la Agrupación Departamental Nº 22 de Valdivia, Río Bueno y Panguipulli. Al igual que decenas de profesionales y obreros del Complejo, Juanita celebró el holgado triunfo que Lorca obtuvo en las juntas electorales de Choshuenco, Liquiñe y Panguipulli, que lo consagraron como la segunda mayoría individual en ese distrito, superando a viejos caudillos locales de derecha.
Una alegría y una participación social que no le perdonarían los antiguos latifundistas y las nuevas autoridades militares que se harían cargo de la Provincia de Valdivia luego del golpe militar.
El 11 de septiembre de 1973 sorprendió a Juanita en su lugar de trabajo. Ese mismo día supo las noticias que venían subiendo desde Valdivia, y que hablaban de controles militares y policiales a la población civil. A partir de ese mismo día comenzó a ser buscada intensamente por carabineros, militares e hijos de los antiguos propietarios de los predios forestales embargados por el Gobierno Popular.
La derecha valdiviana había tejido toda una leyenda negra en torno al Complejo Maderero de Panguipulli, señalando que allí campeaba la violencia y una extra institucionalidad, propaganda que explica el titular que publicó el Diario Austral de Valdivia en su edición del día seis de septiembre de 1973: “EXTREMISTAS BUSCADOS POR LA JUSTICIA”, que mostraba la foto de Juanita junto al retrato de cinco hombres, señalando que “La Fiscalía Militar de Valdivia busca a los extremistas que aparecen en las fotografías por estar involucrados y ser responsables de actos subversivos”.
El titular no era más que otra expresión de la sistemática campaña en contra del Complejo Maderero de Panguipulli tuvo un desenlace brutal tras el golpe militar. La noche del 10 de octubre de 1973, personal del Ejército en tenida de combate; efectivos de la Fuerza Aérea del Grupo Nº 3 de Helicópteros de Maquehua, de Temuco; carabineros del retén de Liquiñe y guardias blancas formadas por civiles y latifundistas, participaron de la detención de quince personas en Liquiñe, en su mayoría trabajadores del Complejo. Otros grupos de militares y civiles de ultraderecha actuaron simultáneamente, llevándose detenidas a personas desde Neltume, Chihuío y otros caseríos del Complejo. En total fueron 27 los ejecutados y 17 los detenidos desaparecidos que hubo en la zona de la exempresa maderera, que se había convertido en un ejemplo emblemático en Valdivia de la llamada Área Social de la Economía.
Juanita Cofré permaneció durante 19 años como detenida desaparecida, hasta que sus restos fueron encontrados el 8 de septiembre de 1992 en el sector de Ñancul, ubicado a 18 kilómetros de la ciudad de Panguipulli.
Sus restos fueron sepultados en cementerio de su Huellelhue natal, ubicado a 15 kilómetros de Valdivia, el 22 de noviembre de 1992.