Manuel Tamayo Martínez nació el 6 de mayo de 1951, y era el segundo hijo de Manuel y Juana. Sus estudios básicos los realizó en la Escuela Experimental Salvador Sanfuentes, frente a la Quinta Normal.
Gran parte de su infancia la pasó junto a su familia en ese viejo barrio de Santiago. El hogar familiar estaba en las proximidades de la Iglesia de Lourdes, un recinto solemne que a Manuel parecía sobrecoger y que contrastaba con el bullicio y la alegría de las familias, los vendedores y las parejas de enamorados que poblaban los prados y parques de la Quinta Normal.
Aficionado a los deportes y celoso de su buen rendimiento escolar, su enseñanza secundaria la cursó en el Liceo Darío Salas, establecimiento en el que, entre los años 68 y 69 llegó a ser uno de los dirigentes de su Centro de Alumnos. Dada la natural influencia de su familia, simpatizante desde siempre de la izquierda (su abuelo Juan había sufrido en carne propia los rigores de la persecución durante el gobierno de González Videla) no resultó extraño que Manuel decidiera incorporarse a las filas de la JS en su liceo.
Entre Lenin y Elton John
En medio de las luchas sociales ascendentes y de la efervescencia de los últimos años de la administración de Frei Montalva, Manuel se daba el tiempo para leer y estudiar a autores como Lenin, Sartre y Maritain, sin descuidar su rendimiento escolar. Sus amigos de esa época lo recuerdan como un muchacho más bien retraído, que gustaba de la música de Elton John y Los Beatles, y que no ocultaba su confianza en el avance del movimiento popular, sobe todo a partir del entusiasmo generado por la candidatura del doctor Salvador Allende.
Hacia principios de los años 70, la familia de Manuel se mudó a la zona sur oriente de Santiago, en la actual comuna de Macul. En razón de ello, Manuel trasladó su militancia al activo partidario de ese sector, adscrito a la conducción del Regional Cordillera. Desde allí trabajó activamente en la campaña presidencial de la Unidad Popular.
Dos carreras simultáneas en Concepción
Al egresar y cumplir su mayoría de edad, viajó a Concepción, en cuya tradicional universidad estudió dos carreras al mismo tiempo: Sociología e Ingeniería Comercial. Allá coincidió con un amplio contingente de jóvenes socialistas, que se había trasladado a esa ciudad con el fin de afianzar la presencia de la UP y de la JS en un plantel que hasta entonces aparecía como un reducto exclusivo del MIR.
El 9 de septiembre de 1973, Manuel viajó a Santiago para asistir al matrimonio de su hermana Iris, no pudiendo regresar a Concepción. Fueron días tensos en los que lo único que lo movía era la preocupación por retornar a la capital penquista y enterarse de la situación de los compañeros con los que se relacionaba en la universidad.
Después de confirmar la complicada situación que se vivía en la capital penquista, donde muchos de sus amigos habían debido abandonar sus casas y evacuar la ciudad, Manuel se dedicó a gestionar la llegada a Santiago de varios de sus compañeros en apuros, al tiempo que comenzó a colaborar en los equipos de apoyo al dirigente Ricardo Lagos Salinas, miembro del Comité Central del PS que había pasado inmediatamente a la clandestinidad.
Rafael Merino, hijo del entonces secretario regional del PS en Concepción, fue uno de los militantes a los que Manuel ubicó y refugió en la capital. Merino y Lagos Salinas se encontraban sometidos a una implacable cacería, luego que la prensa golpista los sindicara como responsables del Plan Zeta en la zona penquista.
En el trabajo clandestino
En las tareas que buscaban la reorganización del partido, Manuel se conectó también con la Comisión para el Consenso, a través de su amistad con Luis Muñoz, oficiando de enlace entre aquella estructura y la Dirección del PS, que integraban Exequiel Ponce, Carlos Lorca y Ricardo Lagos Salinas.
Pero a principios de 1976, varios de sus contactos partidarios habían resultado detenidos, quedando momentáneamente descolgado y sin mayor información respecto de los reales alcances de la oleada represiva que desde mediados del año anterior estaba afectando a los equipos y estructuras del PS. Desechando la posibilidad del asilo, Manuel tomó la decisión de cruzar a Mendoza, a dónde llegó el 12 de marzo de 1976. Allí lo esperaban sus amigos Luis Muñoz y Juan Hernández. Estos, sin embargo, estaban con serias dificultades de seguridad: los servicios de inteligencia del cono sur ya estaban coordinados en la Operación Cóndor, y los siniestros grupos de tareas de las fuerzas armadas argentinas seguían de cerca sus movimientos.
En los primeros días de abril, los tres amigos se presentaron en la Delegación de Mendoza de la Oficina Coordinadora de Acción Social, solicitando ser reconocidos como refugiados. Para la tramitación de esa condición, los funcionarios les solicitaron regresar al día siguiente. Lo que sigue ya es historia conocida: Manuel y sus dos amigos son detenidos en medio de un fuerte operativo de militares y efectivos de seguridad.
El 25 de abril de 1976, Rafael del Río Carrasco, cuñado de Manuel, recibió una inquietante llamada telefónica de una mujer, que no se identificó, y que señaló que el joven se encontraba detenido en Chile, en un lugar llamado “Monte Maravilla”, sin dar más detalles, argumentando que no podía seguir hablando pues las comunicaciones estaban intervenidas. Antes de colgar, alcanzó a decirles que junto a Manuel también estaba el dirigente mirista Edgardo Enríquez, hermano del secretario general del MIR y detenido en otro operativo de la Operación Cóndor.
En ese momento el nombre nada indicaba, pero con el paso del tiempo, organismos de derechos humanos y funcionarios de la Policía de Investigaciones han recogido indicios de que Monte Maravilla es la denominación de uno de los predios de Colonia Dignidad, a la cual, como está acreditado judicialmente, fueron trasladados prisioneros políticos desde Villa Grimaldi y de algunas ciudades y pueblos cercanos al misterioso enclave.
Precisamente, un civil que colaboró activamente con la DINA, Juan Muñoz Alarcón (que sería conocido como “El encapuchado del Estadio Nacional”, reconoció en una extensa declaración ante la Vicaría de la Solidaridad su paso por Colonia Dignidad, lugar en el que recibió instrucción “para cazar gente”. En su extensa declaración, dijo saber que en Dignidad había un total de 142 detenidos desaparecidos, y reconoció entre ellos a Manuel Tamayo Martínez,
Al momento de su detención, Manuel tenía 24 años.