El otro Ricardo Lagos
El joven Ricardo Lagos se incorporó a la JS en Chillán, durante 1965, en donde llegó a ser presidente del Centro de Alumnos del Instituto Comercial de esa ciudad, donde estudió Contabilidad, y más tarde mientras cursaba Economía, fue vicepresidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Concepción. Desde pequeño, Ricardo Lagos Salinas demostró una tendencia natural al liderazgo: algunos de los amigos de su familia aún recuerdan que, con 11 años y acompañando a su madre, se subió a un estrado durante una asamblea en una toma de terrenos, para hablarle a la gente sobre su derecho a una vivienda digna.
Por su capacidad y responsabilidad militantes fue electo al Comité Regional Ñuble del PS y delegado al XXIII Congreso Nacional, resultando miembro del Comité Central y la Comisión Política del Partido, con apenas 20 años de edad. El PS le asignó la responsabilidad de dirigir su Secretaría Nacional de Educación Política (EDUPOL) cargo que desempeña hasta el 11 de septiembre de 1973.
Un año antes se había casado con Patricia Paredes. Se conocieron mientras ambos estudiaban en el Instituto Comercial. Se casaron muy jóvenes: ella con 17 y él con 19 años. La pareja pronto se trasladó a la capital, en donde nació su hijo. En ese período alternaba su trabajo partidario con sus estudios en la Universidad de Chile, en la que había retomado la carrera de Economía.
En la dirección del Partido
A partir de sus funciones dirigentes en el PS, Lagos Salinas asumió la dirección general del Instituto de Estudios Sociales de América Latina (INESAL), una suerte decentro de extensión y formación política en el que colaboraban intelectuales como Marta Harnecker, Gabriela Uribe, Theotonio Dos Santos y Carmen Sabaj. El local, ubicado en Bustamante N° 12, era también el centro de operaciones de la llamada “Comisión de Defensa” de la colectividad.
Sergio Martínez, responsable de una de las áreas del INESAL, recuerda con especial cariño a Ricardo Lagos Salinas: “Era una persona muy particular, en el sentido de proyectar distintas imágenes. Por su apariencia física, se veía más joven de lo que en verdad era, uno podría engañarse, pero bastaba oírlo hablar para darse cuenta que se trataba de alguien con ideas muy claras, muy serio en la dedicación a su trabajo y en exigir de los demás idéntica dedicación. Pero eso no significaba necesariamente que fuera grave, al contrario, era muy afable y de sonrisa contagiosa, al punto que muchas compañeras lo encontraban encantador y se sabe que tenía varias admiradoras en el PS. Era cercano al grupo de los elenos y en tal calidad formaba parte de la comisión política del Partido”.
Como centro de estudios y de extensión, una de las principales actividades que el INESAL realizó, bajo la coordinación de Ricardo, fue un seminario en julio de 1973, en el Salón de Conferencias del Edificio Gabriela Mistral (UNCTAD) y en el que participaron Jorge Arrate, Armando Cassigoli, Theotonio Dos Santos y Pedro Holtz.
Al mismo tiempo, el INESAL operaba como una entidad funcional al PS. Por ejemplo, el Departamento de Extensión Política -coordinado por Sergio Martínez y Eduardo Charme- era en los hechos la Escuela de Educación Política del Partido, la que a su vez se bifurcaba en dos ramas: una de formación política propiamente tal (con cursos de marxismo, historia del movimiento obrero, fundamentos de teoría económica, análisis de coyuntura y talleres de oratoria) y otra «técnica», vinculada a los equipos que coordinaba Arnoldo Camú y que dirigía Eduardo Charme. Todo bajo la supervisión periódica de Ricardo Lagos Salinas.
El asesinato de su familia
Los tres años del Gobierno Popular pasaron rápidamente para la joven pareja. Una semana antes del 11, Ricardo le expresó a su compañera su visión respecto a la inminencia del golpe. La persuadió que quizás sería necesario que ella y su hijo se fueran del país, máxime considerando que se encontraba embarazada de su segundo hijo.
El 11 de septiembre, la joven pareja abandonó muy temprano su hogar. Después de dejar a su pequeño hijo al cuidado de una tía de Ricardo, el joven se dirigió a FESA, una empresa de envases del área social, parte del Cordón Cerrillos, donde debería encontrarse la Comisión Política. Llegaron Rolando Calderón, Exequiel Ponce, Arnoldo Camú, Luis Lorca, Hernán Coloma, entre otros. Desde el primer momento, se integró al trabajo de la Dirección Clandestina del PS.
Uno de los principales golpes afectivos que sufrió fue la noticia de la ejecución de su padre Ricardo Lagos Reyes, alcalde de Chillán, su madrastra Sonia Ojeda –que estaba embarazada– y su hermano Carlos, fusilados el 16 de septiembre de 1973, en su propio hogar. En esas circunstancias, instruyó a su esposa para que saliera del país. Poco después, el 20 de enero de 1974, escribió la siguiente carta:
Queridas Patty e hijo:
Estas líneas no contienen recomendaciones ni literatura. Tampoco las elucubraciones existenciales de un padre que se siente solo. Van sólo mis sugerencias para ponerle nombres a la guagua.
Los tres queremos una hermanita, ¿no es cierto? Pero si llega otro futuro barrabás (léase varoncito) no importa, lo querremos igual ¿de acuerdo?
Ahora, mis opiniones: No quiero saber de nombres rebuscados. Que suenen bien, y punto. Tampoco de los nombres usuales de mi madre y de mi hermano. ¿Está claro? Sugiero (con mucho énfasis), que si es niña se llame como su mamita, Patricia. Para completar, me gusta Patricia María, o Carmen Patricia, ustedes dirán.
Si es varón, quiero que sea Eduardo Agustín. Tengo razones por las que ambos nombres me significan mucho.
“Eduardo” y, sobre todo, “Agustín”, eran dos de los nombres políticos que había utilizado Arnoldo Camú.
En la clandestinidad
Exequiel Ponce, jefe del PS en Chile, resolvió que Ricardo abandonara Chile, para proteger su seguridad y también para intentar distanciarlo afectivamente de la dolorosa situación vivida por su familia.
El mensaje fue transmitido por Anita Corrales, que había oficiado de secretaria de Arnoldo Camú hasta su asesinato y que luego asumió como enlace entre los miembros de la Comisión Política. Se encontraron en la Estación Central y luego caminaron hacia el centro, doblando en la calle Cumming. “Íbamos en silencio. Me atreví a romperlo para comunicarle el mandato de la dirección. Él rechazó la orden. Su deber estaba en Chile. Ambos nos abrazamos llorando”, rememora.
“Renato”, nombre que usó en la clandestinidad, no solamente no aceptó salir del país, sino que además se puso a disposición de su partido para las tareas que la organización estimara necesarias. En el transcurso de 1974 y 1975, destacó por su audacia y compromiso.
En cumplimiento de su trabajo clandestino, Ricardo fue uno de los principales redactores del “Documento de Marzo”. Vestido como un estudiante secundario –para no despertar sospechas y circular libremente por las calles–, distribuyó el texto entre los militantes del país. Incluso, visitó a miembros del Comité Central y la Comisión Política asilados en embajadas. El subsecretario general hasta el golpe, Adonis Sepúlveda, fue uno de ellos: se oponía a sus planteamientos y había exigido la presencia de un miembro de la Dirección para representar sus puntos de vista. Lagos Salinas lo visitó en reiteradas ocasiones.
En una carta dirigida a su esposa –asilada en la RDA-, fechada el 16 de junio de 1974, Ricardo Lagos sintetizaba las duras condiciones humanas y políticas en que se desarrollaban los intentos por la reorganización del Partido:
El dolor por cada camarada asesinado, la angustia por cada camarada preso y torturado, la responsabilidad ante familiares que debemos tener moral y materialmente, el vacío desesperante a cubrir en cada frente desarticulado o tocado por la represión, conforman una experiencia dramática que nos endurece más cada día. No en lo humano: tenemos la obligación de ser fríos y serenos, de seguir avanzando sin inmutarnos, pero nuestra sensibilidad necesariamente se desarrolla, buscando cauces de expresión. Sentimos más hondo y vibramos más intensamente que antes con todos, absolutamente con todos los dolores y las miserias, las alegrías y las esperanzas, los gestos heroicos de unos y los quiebres de otros, con las expresiones vitales de cada uno de los nuestros del Partido, del sufrido y noble pueblo que nos cobija. Nos endurecemos, una forma particular de madurar en lo político, en estilos de trabajo, al tratamiento revolucionario y proletario de cada uno de los problemas cotidianos que afectan la marcha del movimiento.
Tratamos de que esta evolución se refleje particularmente en las normas de trabajo, en las normas de seguridad y también en lo político, la defensa intransigente de la unidad y el combate violento al derrotismo y el aventurerismo, estén donde estén. Nos inquieta el no saber siempre hasta qué punto se comprenden y asimilan afuera estas lecciones que la práctica diaria nos impregna a la fuerza, con trágica insistencia. Particularmente dos cosas: la aplicación de todas las normas de seguridad elevadas hasta la exageración y la necesidad de una línea política única para todo el Partido, definida correctamente a partir de posiciones de principios.
La captura
El 17 de junio de 1975, en la Población Las Rejas, agentes de la DINA detuvieron a Ricardo Lagos Salinas, en compañía de la joven Michelle Peña Herreros.
Días después, el 24 de junio, Héctor Eduardo Riffo, también socialista, acudió a un domicilio de Villa Ríos, en Santiago, en donde había acordado reunirse con Ricardo. Llegó alrededor de las 15:30 horas y vio que cerca de la casa estaba estacionado un auto Chevrolet blanco y celeste, con patente de Quinta Normal. En su interior se encontraba el joven dirigente. Riffo pensó que venía recién llegando, así que subió al departamento. De inmediato fue detenido por dos civiles armados. El lugar estaba siendo allanando. Fue conducido a un auto MG amarillo al que habían trasladado a Ricardo. Ambos fueron trasladados a la Villa Grimaldi y torturados en ese lugar.
A Riffo le preguntaban intensamente por las actividades de Ricardo, de Exequiel Ponce y Carlos Lorca. El 26 de junio, vio a Ricardo Lagos en el sector de los baños y en el momento en el que era introducido en una pieza ubicada en un rincón del patio.
Luis Gormaz, otro recluido en Villa Grimaldi, señaló que Lagos ocultaba bajo su cama un paño ensangrentado y que sus condiciones físicas eran muy malas.
Luz Arce relató en su declaración de 1990 ante la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación haber sabido que su ex compañero de partido estaba detenido. Pidió hablar con él, se le autorizó siempre y cuando le pidiera que colaborara con la DINA.
“Ricardo Lagos me pidió dulces, yo le conseguí en la cocina de Villa Grimaldi. La conversación fue en el patio. Lo recuerdo perfectamente porque lo conocía de antes. En esa oportunidad estaba vestido con un terno azul, sin corbata, camisa abierta y sucio. Tengo la impresión que Lagos sabía que lo iban a matar. No lo volví a ver nunca más”, relató. Y agregó: “Me indicó que también estaban detenidos Exequiel Ponce y Carlos Lorca”.
Cuando Luz Arce le comentó al general Manuel Contreras, director de la DINA, que había visto a Ricardo, éste le respondió: “Te equivocaste”, para luego decirle que averiguaría. Luz Arce precisó ante la Comisión de Verdad y Reconciliación que necesariamente la Dirección de la DINA tenía que estar enterada de estos hechos, puesto que diariamente cada unidad o cuartel le enviaba un informe.
La detención de Ricardo se inscribió en una operación de la DINA en contra de los miembros de la Comisión Política del PS, de sus enlaces y colaboradores, realizada entre junio y julio de 1975, que culminó con decenas de militantes socialistas detenidos y desaparecidos.
El 3 de septiembre de 1975 se presentó en la Corte de Apelaciones de Santiago un recurso de amparo por el afectado, fue rolado con el Nº 1072–75. Después de la respuesta negativa del ministro del Interior, general Raúl Benavides Escobar, que indicó que no estaba detenido por orden de esta Secretaría de Estado, se rechazó el recurso y los antecedentes fueron remitidos al Séptimo Juzgado del Crimen de Santiago, que el 28 de octubre abrió la causa Nº 77.497–75.
El proceso estaba apenas comenzando, cuando en el vespertino “La Segunda», apareció una información el 4 de noviembre de 1975, en la que se señalaba que el representante chileno ante la Tercera Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas había señalado que Lagos Salinas “no sólo no está preso sino que la semana pasada estaba alojado en el Hotel Tudor de esta ciudad (Nueva York), y yo personalmente lo vi en el salón de delegados tomándose un aperitivo acompañado de algunos delegados de esta Comisión”. Sólo el 6 de julio del año siguiente, el comandante de grupo (a), Jaime Lavín Fariña, en nombre de la Cancillería, informó al Tribunal que se referían a Ricardo Lagos Escobar y no a Ricardo Lagos Salinas.
El ministro Raúl Benavides negó persistentemente la aprehensión de la víctima, siempre en los mismos términos: “No se encuentra detenido por orden de esta Secretaría”. Sólo que en octubre de 1977 agregó que “consultado el Gobernador Provincial de Ñuble, manifestó que indagaciones realizadas en la zona permitían concluir que el citado ciudadano habría salido subrepticiamente del territorio nacional, en fecha inmediata al 11 de septiembre de 1973”.
El 28 de junio de 1979 la tramitación del proceso continuó a cargo del ministro en visita Servando Jordán López. Sin que se produjeran mayores avances, el 11 de diciembre de ese año, el magistrado se declaró incompetente y remitió los autos a la Justicia Militar, radicándose el proceso en la Primera Fiscalía Militar de Santiago, rolándolo con el Nº 16–80. El 17 de junio de 1982 –sin mayores trámites– se cerró el sumario, y el 16 de julio del mismo año se sobreseyó total y temporalmente la causa. La Corte Marcial confirmó la resolución.
En octubre de 1989, el teniente coronel del Ejército y Fiscal General Militar Interino, Enrique Ibarra Chamorro, solicitó la aplicación de la Ley de Amnistía. El 2º Juzgado Militar de Santiago acogió la solicitud y sobreseyó el proceso total y definitivamente, lo que fue confirmado en diciembre por la Corte Marcial.
Anteriormente, el 10 de julio de 1978, en la Corte de Apelaciones de Santiago se había presentado un recurso de amparo preventivo por Patricia Paredes, los dos hijos menores del matrimonio, y Alicia Parra, suegra de Ricardo. El recurso fue rolado con el Nº 408–78.
En la presentación se señalaba que la esposa y los hijos de Lagos regresaron a Chile recién el 4 de julio de ese año. Al día siguiente habían recibido la visita de dos civiles que afirmaron ser policías de Investigaciones. El 6 de julio, también civiles habían concurrido a un departamento de propiedad de Ricardo, ubicado en Quirihue Nº 90 y conversaron con la arrendataria, manifestándole que era mejor que se marchara puesto que era “un lugar peligroso”. En el proceso se presentó una persona que en 1977 era la arrendataria del lugar, denunciando que un individuo que afirmó llamarse igual que el afectado se había comunicado con ella y le dio plazo de una semana para abandonar el lugar. El desconocido era alto, delgado, con barba, melenudo y apenas se le veía el rostro. Cuando se le mostró una foto de Ricardo Lagos la testigo no lo reconoció. La Corte rechazó el amparo el 12 de julio de 1978.
Al momento de su detención, Ricardo Lagos Salinas tenía 24 años.
Carta de Ricardo Lagos desde la clandestinidad
QUERIDOS HIJOS Y PATTY
Aprovecho este correo no oficial para escribirles estas líneas que habrán esperado desde hace tiempo. A pesar de los altibajos y dificultades seguimos bregando, y sin deseo alguno de dar en el gusto a los enemigos de adentro y a ciertos “amigos de afuera”.
Las condiciones de trabajo no son mucho mejores que el año pasado. Hemos perdido a algunos valiosos hermanos y camaradas, pero sentimos que a pesar de todo se avanza y el ejemplo heroico de nuestros amigos torturados nos fortalece y compromete a no vacilar. Me gustaría transmitirles en estas líneas todo lo que significan estos últimos meses, y toda esta etapa de lucha clandestina, en la superación de conflictos personales, en la reafirmación de un compromiso militante, en aprendizajes concretos, de la gente, de los problemas, de lo que está en la base de nuestra lucha revolucionaria en nuestra patria. Se han recibido innumerables golpes, dramáticos, dolorosos. Bajo su impacto alguno se han quebrado y muchos más han salido mejores, más fuertes, más honestos, más claros en su quehacer, más maduros y equilibrados.
Querría hacerles sentir con fuerza toda esta realidad nueva que se va sintiendo crecer bajo la piel, y que se traduce en contenidos nuevos en el trabajo, en tareas que dejan de sentirse rutinarias, en capacidad creativa y místicas nuevas que acrecientan en gran medida la calidad del aporte que uno se siente capaz de entregar. Las horas amargas que ha vivido nuestra patria, han significado tareas nuevas, han exigido la reconstrucción de nuestro Partido definiendo categóricamente su construcción en sentido revolucionario proletario, que exige, como una condición fundamental, cuadros renovados y hombres revolucionados para ser capaces de hacer una revolución. Falta mucho que hacer pero avanzamos. Las grandes tareas, las tareas políticas que tienen relación con el destino mismo de nuestro pueblo, tienen favorables condiciones para cumplirse: la dictadura vive días extremadamente difíciles, su aislamiento es mayor, en las grandes masas oprimidas por el fascismo crece la actitud de resistencia y lucha contra la dictadura, hay cada vez mayor conciencia de la importancia de la unidad y de la lucha activa, se hace claridad sobre el camino a seguir y se aprende a luchar de acuerdo a las circunstancias.
La definición leninista (revolucionaria y proletaria) del Partido, derrotando en su seno el predominio de las concepciones pequeño burguesas, no se ve tan clara… El conflicto de fondo (concepciones pequeño burguesas, contra concepciones proletarias) se manifiesta en las diferencias entre la Dirección Interior y los grupos que actúan afuera. La vigencia del principio de Dirección Interior es decisiva. Aunque caigamos todos los dirigentes elegidos en el último Congreso, sean quienes sean los dirigentes (no es un problema de nombres), la Dirección real del Partido debe estar en Chile, y la organización exterior debe ser solo de apoyo. Todas las tesis de Dirección Única Compartida, etc., no son sino contrabandos para desplazar la Dirección real al extranjero. En eso no transigiremos, aunque sea aún mayor el boicot económico y se desprestigie y se pretenda aislar a la Dirección Interior. Nuestra opinión es la opinión del Partido en Chile.
También tenemos que superar y corregir muchas cosas acá. Estilos de trabajo, métodos de acción incorrectos que no ayudan. Sin embargo, estamos convencidos que la vitalidad revolucionaria del Partido definirá las cosas en el sentido proletario. Sabemos que afuera hay quienes, honestamente equivocados, nos acusan de negar la vigencia del Partido. Hemos demostrado que no es así. Nuestra conducta práctica, defendiendo la vigencia del Partido con nuestro propio pellejo, vale mucho más que la verborrea grotesca de las pandillas de inmorales que se las arreglan para boicotear y dividir al Partido.
Los cuadros, los hombres concretos que se necesitan para cumplir con nuestros objetivos, no son seres excepcionales, son seres humanos comunes y corrientes, están viviendo un proceso de transformación personal que empieza con la ideología, y que debe llegar a abarcarlo todo, los hábitos, el trabajo, las relaciones personales, todo. Es la experiencia que estamos viviendo, la formación de los cuadros marxista–leninistas que necesita el partido, al calor de la lucha diaria, sin un respaldo material adecuado, sin mucho apoyo para su formación teórica, pero con una convicción revolucionaria, con un entusiasmo de hacer las cosas a toda prueba.
En esa forma se dan las cosas aquí, de acuerdo a nuestras posibilidades, y se necesita contar con ustedes. Es la tarea que compromete a todos los militantes honestos del Partido que están afuera. Tarea general que, para ustedes, significa personalmente un compromiso mayor que, confío plenamente, serán capaces de cumplir. No pueden olvidar que están allá por decisión del Partido, que existe una militancia que impone tareas concretas, esfuerzos, sacrificios, y que del cumplimiento de esas tareas depende también el desenlace de la lucha revolucionaria en Chile.
En esto están muchas vidas comprometidas, y ya muchas se han perdido porque el enemigo es poderoso y brutal, pero también porque en algún momento no hemos sabido cumplir con nuestras obligaciones. Las posibilidades de desarrollo personal que les da su permanencia allá son muy grandes.
Es fundamental entender que la solidaridad internacional no es una obligación para nadie. Hay que saber agradecerla y aportar en todo cuanto se pueda. No olviden que están en un país socialista, el de mayor desarrollo en el campo socialista, que tiene tras de sí y sus logros materiales el esfuerzo agobiador de su pueblo en la producción, y la defensa ante la agresión permanente del imperialismo, que este pueblo vivió los rigores de la guerra, y que todo lo ha conquistado trabajando y estudiando. Y no se puede esperar que su esfuerzo lo compartan, si no existe una actitud consecuente nuestra. Ustedes son representantes de la clase obrera y el pueblo de Chile y deben convertirse en avanzada de lo que será nuestra patria socialista.
Me preocupa saber si han logrado una cierta integración al modo de vida propiamente alemán (Patty en la producción, Carlos y Ricardo en algún Jardín Infantil o algo así). Sería poco productivo si permanecen aislados como “colonia chilena”, y no sólo por el idioma. Es importantísimo que cuando lleguen al Chile liberado que estamos buscando traigan el bagaje cultural que puedan obtener, principalmente el idioma, la formación ideológica marxista–leninista, adquirida directamente de sus fuentes (Marx y Engels, en alemán). Nosotros seremos felices ignorantes dispuestos a aprender de ustedes.