Rodolfo Espejo Gómez

La primera experiencia de lucha social de Rodolfo Alejandro Espejo Gómez, fue a muy temprana edad. En 1970 ingresó al Instituto Superior de Comercio Nº 2, tenía apenas 14 años, estaba en primer año de enseñanza media y participó en la organización a raíz de un paro de actividades hecho por los estudiantes en reclamo por mejoras de la infraestructura del liceo. El vetusto edificio de avenida España apareció, tomado por sus alumnos, en la portada del diario Puro Chile, pues uno de sus lienzos había utilizado la figura del ‘Enano Maldito’, símbolo del tabloide, para emplazar al entonces ministro de Educación, Máximo Pacheco.

Luego del triunfo de Salvador Allende, Jano –como era conocido familiarmente– ingresó a las filas de la JS. Su decisión no tomó por sorpresa a nadie dado que su madre era activa militante socialista de la Octava Comuna de Santiago, uno de los seccionales en los que se organizaba el PS en el Regional Centro. Fue la cercanía y la influencia materna, sumada a su precoz madurez lo que lo llevó a asumir un compromiso activo con el proceso de cambios inaugurado en Chile tras el triunfo de la Unidad Popular. Según su madre, Elena Gómez, Jano era especialmente consciente de la necesidad de ampliar la igualdad de oportunidades en el ámbito de la educación: “Él siempre decía que sus hermanas menores eran inteligentes y que como familia debíamos hacer todos los esfuerzos para que pudieran llegar a la educación superior”.

Rodolfo Espejo Gómez.

Los mil días de la UP fueron agitados en el INSUCO 2, cuyos estudiantes mantenían una tendencia a la izquierda. Las salas de clases estaban tapizadas de afiches, que aludían a la nacionalización del cobre o expresaban simpatías con la revolución cubana. En los patios, durante los recreos, los alumnos se reunían en grupos, por cada una de las colectividades políticas y comenzaban a lanzar sus consignas. Todo esto provocaba los dolores de cabeza del rector, Justo Camacho, el mismo que se hizo conocido en forma masiva con el programa de televisión ‘¿Cuánto sabe usted?’.

Jano es recordado por su familia y sus amigos como un muchacho alegre, que impresionaba por su elevada estatura, y por el entusiasmo y pasión con que abordaba todas las actividades en las que se involucró: desde el baby fútbol en el club deportivo del barrio, su participación en Bomberos de Chile y su militancia política en el frente estudiantil y en las tareas territoriales que demandaba el trabajo de la JAP local, en la que su madre era una de las dirigentes más activas.

Patricia, la mayor de sus hermanas, recuerda que Jano tenía muchas admiradoras, y que su habitación estaba decorada con un afiche del Che Guevara y una bandera del PS colgando de la pared. Ese espacio íntimo era aprovechado por él para disfrutar de los discos de sus artistas favoritos: Santana, Los Beatles, Leo Dan, Leonardo Favio y Sandro. Recostado en su cama, y en compañía de sus amigos, hojeaba las revistas Onda y Ritmo, especialmente cuando en alguna de ellas salían reportajes o entrevistas a las lolas de Música Libre.

Su familia recuerda con nostalgia una anécdota de Jano durante su paso por la militancia estudiantil: corría el año 1972, y los secundarios agrupados en la FESES –en manos de la Democracia Cristiana–, en coordinación con grupos de choque de la Juventud Nacional solían “tomarse” los liceos con el fin de impedir el normal desarrollo de las clases y provocar agitación en contra del gobierno. Advertidos de la inminente ocupación de un liceo comercial de Santiago, un grupo de secundarios socialistas se ofreció para montar guardia durante la noche. Jano fue de la partida. Premunidos de ponchos, sacos de dormir y termos con café, los jóvenes allendistas estuvieron alertas hasta altas horas de la madrugada. Los “momios” no aparecían por ninguna parte. Cerca de las cinco de la mañana, cuando más de un voluntario se entregaba impunemente a los brazos de Morfeo, Jano propuso descansar, pero asegurándose de instalar una línea de ‘defensores’ detrás de las rejas de la puerta del liceo.

Hasta hoy la madre y hermanas de Jano se ríen al recordar el bochorno que tuvieron los miembros de la guardia anti toma, cuando a eso de las siete y media de la mañana comenzaron a llegar los auxiliares, los maestros y los primeros alumnos al liceo, encontrándose con una brigada completa de jóvenes durmiendo literalmente ‘a pata suelta‘, tapados con ponchos,  frazadas y acurrucados uno al lado del otro para capear el frío.

En el PS, Jano y sus compañeros participaban en todas las actividades de la Octava Comuna, albergados en el local que el  Regional Centro mantenía en Londres 38. Uno de sus orgullos como militante era haber sido designado “trazador oficial” de la Brigada Elmo Catalán de su zona. Fue precisamente en su rol de integrante de la BEC que conoció a una joven y atractiva militante del Partido. Su nombre: Luz Arce.

Pocos días antes del golpe, el joven y sus compañeros se habían dedicado a realizar rayados murales, llamando a los soldados a desobedecer las órdenes de los oficiales ante la ya inminente asonada militar. Uno de sus amigos y camaradas era Gregorio Gaete Farías, quien cursaba sus estudios secundarios en la jornada nocturna del Liceo Barros Borgoño, al tiempo que trabajaba como obrero en el Metro, que aún se encontraba en etapa de construcción.

Uno de los últimos rayados con la consigna “Soldado: no dispares contra tu Pueblo”, se hizo 48 horas antes del golpe militar. La enorme leyenda ocupó una pared en la esquina poniente de Lord Cochrane, al llegar a Alameda, y permaneció toda una semana antes de ser borrada por las nuevas autoridades. La noche de esa acción, la madre de Jano dormía en su cuarto cuando fue despertada por risas y voces que venían desde la cocina de su departamento. Al acercarse, descubrió que Jano y diez brigadistas nocturnos tomaban café y comentaban los pormenores de la jornada. Jano explicó a su madre que ofreció llevarlos a su casa, a la espera de la hora en que comenzaba a funcionar la locomoción colectiva. Uno de los brigadistas que esa noche estuvo en su hogar fue Luz Arce.

Luego del 11 de septiembre, Jano, Gregorio, Marcos Pino y otros jóvenes socialistas de la Octava Comuna intentaron seguir conectados. Su idea era mantener la organización partidaria y realizar algunas acciones de propaganda, con el propósito de llamar a la resistencia contra la dictadura.

El drama de Jano comenzó el 15 de agosto de 1974, a las 13:30 horas. Fue secuestrado en su domicilio y en presencia de su familia, por tres agentes de la DINA, los que no se identificaron y que llevaban a Jorge Fernández –un compañero y amigo suyo- en calidad de detenido. Elena y sus hijas no tenían cómo saber entonces que los agentes que actuaron ese día fueron Miguel Krassnoff Martchenko, Osvaldo Romo Mena y Basclay Zapata Reyes, todos ellos integrantes de  la Agrupación Águila de la DINA. Tampoco imaginaron que era la propia Luz Arce, quien los había llevado donde Jano.

Jano y su madre, ambos militantes socialistas, habían conversado algunas veces sobre la intensificación de la oleada represiva, sobre todo a partir de la captura de Alejandro Parada, con quien Jano mantenía contactos regulares para intercambiarse información.

Fue el mismo grupo de agentes el que -ese mismo día- detuvo, siempre con la activa participación de Luz Arce, a Álvaro Miguel Barrios, Sergio Riveros Villavicencio y Gregorio Antonio Gaete. Los cuatro jóvenes permanecen en calidad de detenidos desaparecidos. También detuvieron a Julio Cañas y a Heddy Olenka Navarro, posteriormente liberados.

El día anterior a su secuestro, Jano estaba feliz. Ese día le había anunciado a su madre que era muy posible que lo convocaran a participar de un ejercicio en la 15 Compañía de Bomberos, a la cual acababa de incorporarse como voluntario. También le dijo que quizás debería viajar por el día fuera de Santiago, precisamente por unos trámites del Cuerpo de Bomberos. Pronto sería Santa Elena, por lo que Jano, además, quería invitarla al cine. Elena no olvidaría jamás aquella tarde del 15 de agosto cuando tejía en compañía de sus hijas y escuchó a una de ellas decir: “Mamá, a mi hermano se lo llevan en una camioneta”. La señora Elena no interrumpió su tejido, no quiso perder el punto. Tranquila, pensó que se trataba del ejercicio bomberil del cual le había hablado Jano. No imaginó jamás que ya nunca más vería a su hijo con vida.

Pasado el mediodía de ese 15 de agosto, los agentes de la DINA llegaron hasta el domicilio familiar en la calle Vidaurre. Abrió la puerta su hermana Katia, entonces de 12 años. Era Jorge Fernández, que pidió hablar con Jano, lo saludó y le pidió que salieran a la calle a conversar. En un recodo de la escala, había tres individuos esperándolo, que lo condujeron hacia una camioneta Chevrolet color amarillo mostaza con toldo de lona verde olivo. El vehículo se encontraba a tres o cuatro casas de distancia, y el afectado fue subido en la parte trasera. A Katia le llamó la atención que Fernández se veía muy nervioso, despeinado y con los ojos enrojecidos.

Horas más tarde, alrededor de las 22:00 horas, Jano fue conducido por sus captores hasta el domicilio de Gregorio Antonio Gaete, ubicado en la calle Hugo Donoso. Allí lo recibió el hermano de éste, Miguel Ángel Gaete, quien observó que se encontraba acompañado por dos misteriosos sujetos. Le informó que el joven se encontraba en la casa de su novia, Irma Inés Rivera Ramírez. Jano comentó que sabía donde vivía ella, puesto que eran amigos, al igual que con Gaete. Con sus extraños acompañantes partieron a la casa de Irma, pero a la hora regresó con las mismas personas diciendo que no había encontrado la dirección. A Miguel le llamó la atención… Jano había estado en esa casa en repetidas ocasiones y los dos domicilios estaban separados por una distancia no mayor de 150 metros. En ese momento, Miguel no advirtió que Jano intentaba ganar tiempo y evitar la captura de Gregorio. Por ello, les hizo un mapa donde apuntó las indicaciones precisas para llegar al domicilio de Irma.

Los agentes de la DINA, junto con Jano, se dirigieron entonces hasta la casa de la novia de Gregorio, ubicada en calle Julio Montt Saavedra de la comuna de Santiago. Eran alrededor de las 23:25 horas del mismo 15 de agosto de 1974, cuando Jano llegó al domicilio de la joven preguntando por Gregorio. Se veía muy nervioso, asustado, y no aceptó pasar al living diciendo que era ya muy tarde y faltaba poco para el toque de queda. A la joven le llamó la atención la compañía de dos civiles “mal agestados”.

Cuando Gregorio supo que su amigo lo esperaba afuera, se sorprendió de la visita porque hacía un tiempo que no se veían. Salió a la puerta de calle, se saludaron, y se fueron caminando hacia la esquina, siempre escoltados por los dos extraños que acompañaban a Jano.

Según supo la madre de Jano, el joven socialista fue llevado esa misma noche al recinto de torturas que la DINA había montado en el local del PS de Londres 38, que su hijo conocía muy bien, ya que fue precisamente desde allí de donde él y sus compañeros salían a rayar en los días inmediatamente anteriores al golpe.

Rodolfo Alejandro Espejo estuvo recluido en tres recintos de la DINA, siempre incomunicado: Londres 38, la casa de calle José Domingo Cañas, en Ñuñoa, y Cuatro Álamos.

La profesora y poetisa Heddy Olenka Navarro declaró que, durante su permanencia en Londres 38, supo que ahí también se encontraba Rodolfo Espejo, de quien era amiga y compañera en la JS. Después, cuando ella fue trasladada a la casa de José Domingo Cañas, pudo ver y conversar con Jano, quien se le acercó disimuladamente y le recomendó que se abstuviera de tomar agua porque era probable que le aplicaran corriente eléctrica en los interrogatorios. En una segunda oportunidad en que fue llevada a este mismo recinto, volvió a verlo. El joven le contó entonces que había sido torturado e interrogado.

Posteriormente, y ya en Cuatro Álamos, Heddy Olenka Navarro se encontró nuevamente con Jano, el que le dijo que había sido detenido por Luz Arce el mismo día que ella. Cuando la testigo salió en libertad, el 28 de agosto de 1974, Espejo continuaba en Cuatro Álamos.

Además, Heddy Olenka Navarro relató que, al momento de ser detenida, sus captores la habían llevado hasta el domicilio de Gregorio Gaete, pero que éste no se encontraba en su casa. Desde ahí los agentes la llevaron a Londres 38. En la cabina del vehículo al que la subieron, iba Luz Arce con un arma en la mano. En la casa de José Domingo Cañas, fue interrogada precisamente por Luz Arce y Osvaldo Romo.

Por su parte, el militante del PC Roberto Hernán Maturana, detenido el 28 de agosto de 1974 junto a su cónyuge y tres hijos, dos de los cuales permanecen desaparecidos, estuvo también en la casa de José Domingo Cañas para después ser trasladado a Cuatro Álamos. Estando en este recinto, en el pabellón N° 4, con unos 12 detenidos más, se encontró en la misma celda con Rodolfo. Era el único que dormía en el suelo, puesto que los camarotes no alcanzaban para todos.

Durante su paso por ese recinto tuvo oportunidad de conversar en muchas ocasiones con Jano. En esas circunstancias, entre ambos se generó un vínculo de confianza y de afecto. Maturana, a quien Jano le llamaba “tata”, recuerda que éste fabricó un naipe con trozos de migas de pan coloreadas con cenizas. Jano le confidenció la captura de su amigo Gregorio y que había permanecido en Londres 38 en donde fue torturado. Estuvieron en la celda durante una semana. Al cabo de ese tiempo, una tarde, los guardias llamaron a Rodolfo Espejo Gómez por su nombre. Jano salió con ellos y no se volvió a saber de él.

La madre de Rodolfo, Elena Gómez, acudió a distintos lugares para indagar el paradero de su hijo. El 14 de septiembre de 1974, encontrándose en la SENDET, le informaron que Rodolfo Espejo estaba detenido e incomunicado, pero que no podían informar qué lugar. Con anterioridad se le había dicho extraoficialmente que su hijo estaba en el sector de incomunicados de Tres Álamos, denominado “Cuatro Álamos”. Sin embargo, todas las versiones oficiales entregadas al Poder Judicial negaron este hecho.

El 3 de octubre de 1974, con ocasión de la visita de la Cruz Roja Internacional a Tres Álamos, el afectado fue sacado del centro de detención. A las 8:20 horas ingresaron al recinto cinco camionetas, sin patentes y con toldos. 20 minutos después los vehículos salieron con los toldos cerrados. La última llevaba la carpa semi abierta y todas las personas que se encontraban afuera de Tres Álamos pudieron ver que dentro iban detenidos.

Posteriormente, en julio de 1975, el nombre de Rodolfo apareció en la lista de los 119 detenidos que, se aseguraba burdamente, habrían sido asesinados por sus propios compañeros. Su nombre estaba en la nómina publicada por el diario “Novo O’Dia” de Curitiba. Por su parte, Gregorio apareció en la lista aparecida en la revista “Lea” de Buenos Aires. Era la “Operación Colombo”.

En 1980, el director general de Investigaciones, Ernesto Baeza, ofició al ministro Servando Jordán y señaló que Rodolfo Espejo no registraba anotaciones de viaje a contar del 15 de agosto de 1974. Raúl Mardones, por orden del Subsecretario de Relaciones Exteriores, informó, también al ministro en 1980, “no figura saliendo del país por vía del asilo diplomático”.

El 22 de agosto de 1974 se interpuso recurso de amparo por el afectado ante la Corte de Apelaciones de Santiago, el que fue rolado con el N°981–74. Durante su tramitación, las autoridades negaron insistentemente su secuestro. Además de la tradicional negativa del ministro del Interior, Raúl Benavides, el general Sergio Arellano Stark, como jefe de la Zona en Estado de Sitio de la Provincia de Santiago señaló carecer de antecedentes y que el afectado no estaba procesado por el II Juzgado Militar.

Elena Gómez informó a la Corte que había sabido extraoficialmente que su hijo se encontraba en Tres Álamos, solicitando que se oficiara a ese recinto con el fin de confirmar la efectividad de dicho antecedente. Sin que se cumpliera esta diligencia y sólo sobre la base de los informes de las autoridades, el 11 de noviembre de 1974, casi tres meses después de su presentación, se rechazó el amparo y se acordó remitir los antecedentes al Cuarto Juzgado del Crimen de Santiago. Allí se instruyó la causa Rol N° 106.380.

Tras tomar declaraciones a testigos de la detención, el 22 de enero de 1976, se cerró el sumario y se sobreseyó en forma temporal la causa por no “encontrarse completamente justificada la perpetración del delito”. La Corte de Apelaciones de Santiago revocó la resolución del Juez y reabrió el sumario a fin de que se citara a Irma Inés Rivera. Sin embargo, dicha diligencia no fue cumplida puesto que Investigaciones “no logró ubicar” el domicilio de la testigo. El 27 de agosto, volvió a cerrarse el sumario y sobreseer temporalmente la causa.

El 29 de agosto de 1974, la familia interpuso una denuncia por secuestro ante el 5° Juzgado del Crimen, causa Rol N° 99.111–3. Ante la orden, Investigaciones informó que habían realizado indagaciones en la SENDET, las dos policías, Cárcel Pública y Penitenciaría, sin tener resultados. El Ministro Benavides ofició al Tribunal, el 24 de octubre de 1974, diciendo que Espejo no se estaba detenido por orden de esa Secretaría de Estado. El coronel Jorge Espinoza, secretario ejecutivo del SENDET, informó, el 22 de octubre de 1974, no registrar antecedentes de Espejo. El mismo Espinoza, en una respuesta a un oficio enviado por el Tribunal al Campamento de Tres Álamos, señaló el 21 de abril de 1975 que no se encontraba recluida en dicho recinto.

El 6 de mayo de 1975, el Juzgado envió Oficios dirigidos al “Comandante de la Unidad Militar Villa Grimaldi”, a fin de que informara si se encontraba detenido allí Rodolfo Alejandro Espejo Gómez. Las cartas fueron devueltas al remitente en dos oportunidades por “no haber sido reclamadas”. El 11 de agosto de 1975, se cerró el sumario y se sobreseyó temporalmente la causa por no encontrarse “suficientemente acreditada la existencia del delito”.

El 3 de septiembre de 1979, Elena Gómez interpuso una querella criminal por el delito de secuestro con grave daño en contra de la organización clandestina dependiente de la exDINA, entre cuyos integrantes individualizó a Osvaldo Romo Mena. La presentación se hizo ante el ministro en visita, Servando Jordán. En dicha presentación, junto con relatarse los hechos, se solicitaba la citación a declarar de la testigo Heddy Olenka, a Roberto Hernán Maturana y a Osvaldo Romo Mena. Se adjuntaron las declaraciones de los dos primeros testigos, se pedía la reapertura de los procesos anteriormente señalados y que se tuviera a la vista la causa por la desaparición de Gregorio Gaete.

El 8 de octubre de 1979, el magistrado acogió la querella, reabrió los procesos y los acumuló. En cuanto a la citación de Romo, no le dio lugar por existir, en la visita extraordinaria, una “orden de aprehensión pendiente en contra de Romo, desde el año pasado, ignorándose todo dato nuevo de su paradero”. El 9 de enero de 1980, acumuló el expediente de Gregorio Gaete.

Durante la tramitación, se dejó constancia de que, desde julio de 1976, y en otros procesos, existía orden de aprehensión pendiente, sin resultados, contra de Luz Arce, la que también aparecía interviniendo en los secuestros de Sergio Riveros Villavicencio y de Álvaro Barrios Duque. Se señalaba que el padre de Luz Arce había dado diversas versiones sobre su paradero.

Se consultó al Ministerio del Interior sobre las detenciones de Heddy Olenka Navarro Harris y de Roberto Hernán Maturana, ocurridas en agosto de 1974. La respuesta del Ministro del Interior, Sergio Fernández, se dio el 31 de julio de 1980 y en ella se señalaba que al carecer dicha Secretaría de Estado de antecedentes, se consultó a la Central Nacional de Informaciones (CNI), “cuya Superioridad ha expresado que, revisada la documentación pertinente, pudo establecer que los ciudadanos de que se trata, no registran detención alguna”. El general Odlanier Mena, director de la CNI, declaró que los Libros de Cuatro Álamos habían sido destruidos por haber “perdido su vigencia y utilidad”.

Posteriormente, el 18 de mayo de 1981, el Ministro en Visita Servando Jordán López se declaró incompetente y remitió los antecedentes a la Justicia Militar. El proceso se radicó entonces en la Primera Fiscalía Militar, la que le dio Rol N° 675–81. Frente a la solicitud de requerir la comparecencia de Luz Arce, el 1° de marzo de 1982 Investigaciones informó no haber podido dar cumplimiento a lo ordenado debido a que la mujer no pudo ser ubicada.

Por su parte, el ministro del Interior, Sergio Fernández, el 31 de marzo de 1982 informó los mismos antecedentes que ya había entregado en 1980 respecto a la mujer: que fue arrestada el 16 de abril de 1974, saliendo en libertad el 12 de mayo de 1975. El brigadier Gustavo Rivera Toro, subdirector de la CNI, ofició asegurando que “la citada persona no registra, a esta fecha, antecedentes en la Central Nacional de Informaciones”.

El ministro de Defensa, general Washington Carrasco, a nombre de la Dirección de Inteligencia del Ejército, manifestó el 22 de junio de 1982 que carecían de antecedentes relativos a la detención del afectado.

El 27 de julio de 1982 cerró el sumario por encontrarse agotada la investigación y el 9 de agosto del mismo año se sobreseyó temporal y totalmente la causa por no encontrarse acreditada la “perpetración de los hechos denunciados”. El 22 de octubre de 1982, la Corte Marcial confirmó la resolución. La parte querellante recurrió entonces de queja ante la Corte Suprema, la que, el 9 de enero de 1984, no dio lugar a dicho recurso.

Luego que Jordán López se declaró incompetente y remitió los antecedentes a la Justicia Militar, el proceso se radicó en la Primera Fiscalía Militar, la que le dio el Rol N°675–81. Muy pronto se cerró el sumario “por encontrarse agotada la investigación» y después se sobreseyó total y temporalmente la causa por no estar acreditada la “perpetración de los hechos denunciados”.

Durante muchos años, Elena Gaete no fue capaz de tomar un tejido. Sólo lo retornó cuando nació su primer nieto y sintió que se estaba sometiendo a una tortura, casi similar a la que durante años ha imaginado se le aplicó a su hijo.

Más tarde, en el caso de Jano fue aplicado el Decreto Ley de Amnistía.

Rodolfo tenía 18 años al momento de su desaparición y estaba cursando el último año de su educación secundaria técnico–profesional.

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